Compartimos el mensaje del superior provincial, fray Ricardo Guzzo en el Día de San Pedro Nolasco, nuestro Padre y Fundador.
Estimados hermanos y hermanas
Providencialmente celebramos la fiesta de Pedro Nolasco, en el marco del tiempo pascual, recordándonos que Jesús, Redentor del Hombre, ha resucitado, está vivo y camina entre nosotros.
Pedro Nolasco, sale a nuestro encuentro para anunciarnos que el mismo que crucificaron ahora está vivo y él lo sabe porque ha tocado sus heridas, se ha dejado atravesar por ellas. Heridas inconfundibles, que podría reconocer en cualquier parte del mundo y en cualquier tiempo de la historia.
Sale a nuestro encuentro para contarnos, exultante de alegría, que de esas llagas que toco, donde abundo el dolor (propio del pecado), sobreabundo la salvación (propia de la Gracia)
Ahora sabe que todo lo sufrido y vivido, en medio de incertidumbres y zozobras, no fue en vano y que la fuerza de la compasión, la misericordia, la ternura, es la única capaz de destruir la opresión, en todas las dimensiones de nuestra vida.
Con esta Buena Nueva, los mercedarios estamos comprometidos en la redención del hombre, no solo del individuo sino también de los vínculos sociales, que hacen a las situaciones concretas de las distintas realidades, donde la libertad y dignidad de cada ser humano se ha vulnerado.
En la “Casa común” todos estamos intrínsecamente relacionados, unos con otros y si uno sufre todos de alguna manera sufrimos; si uno se equivoca todos somos más propensos a equivocamos; si uno se corrompe todos corremos el peligro de corrompernos o ser cómplices, por indiferencia o negligencia, de la misma corrupción.
El testimonio de Pedro Nolasco, su vida y su obra, nos hablan de una “conversión personal” y también de una “conversión comunitaria” que comienza cuando entramos en contacto con la cruda realidad del cautivo.
Solo si sentimos y nos comprometemos con su dolor y lo hacemos propio, comenzamos a cambiar personalmente y todas nuestras relaciones cobran un sentido nuevo, que luego nos llevarán a luchar para transformar esos vínculos sociales de “sistemas opuestos al evangelio” que oprimen al hermano y causan tanto dolor, personal, familiar, social y ambiental
Que este tiempo de cuarentena, sea una oportunidad para reflexionar seriamente sobre nuestros vínculos, personales, comunitarios y sociales, y tomemos el coraje de comprometernos en la transformación de la sociedad que, junto a la creación pide por un mundo sin cadenas invisibles que le aten y clama libertad.
Gracias a todos los hermanos y hermanas en La Merced, que sintiéndose llamados y con-llamados a una misma misión, transitamos juntos esta parte de la historia.
Que Jesús Redentor del hombre los bendiga y Nuestra Madre de La Merced, que acompaño y sostuvo a Pedro Nolasco durante toda su vida, los anime a seguir empeñando la suya en favor de los más pequeños de su Reino, los cautivos de nuestro tiempo.
FR Ricardo Guzzo. Superior Provincial. Argentina.
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