Hermanas Mercedarias

Hermanas Terceras Mercedarias del niño Jesús

La Congregación de Hermanas Terceras Mercedarias del Niño Jesús nació el 1º de Octubre de 1887 en Córdoba, Argentina, como fruto de gracia que el espíritu produce en la Iglesia. Impulsado por la caridad Redentora Fray José León Torres, Mercedario, la fundó sólo apoyado en una Gran fe en Dios, una confianza ilimitada en María Santísima de la Merced y en el deseo de que se haga algo que redunde en bien de la Orden.

Su carisma es

  • Redentor: en sintonía con los orígenes de la familia Mercedaria
  • Eucarístico: en la entrega cotidiana, en el servicio, la educación, la fraternidad y la comunión
  • Mariano: con María de la Merced, discípula y misionera, Madre y modelo de caridad y libertad

Espiritualidad

En respuesta a una personal vocación Nuestro Padre Fundador se sintió impulsado a meditar y a configurarse con el Cristo Redentor, el Cristo obediente hasta la muerte y muerte de cruz, el Cristo humilde hecho Pan en la Eucaristía y con la Madre de Dios que contempló y vivió estos misterios. Por lo mismo nuestra Espiritualidad es redentora, Eucarística y Mariana, se sustenta en la fe, la caridad, la humildad y la obediencia.

La Misión o fin específico de la Congregación es el de ejercer la Caridad con el prójimo:

  • Educando.
  • Iniciando a los jóvenes en el trabajo.
  • Recibiendo y asistiendo a niños y mujeres necesitadas.
  • Poniéndolo todo bajo la protección de María, Nuestra Madre

 

Inspiración

El Padre José León Torres desde mucho tiempo atrás tenía vivísimos deseos de que hubiera Religiosas de la Orden en esta Provincia Argentina.

El 10 de Mayo de 1887, en la Eucaristía y en el momento de la Elevación, vino a su mente la idea de ver si una obra tal podía realizarse en Córdoba. Desde ese momento resolvió hacer en este sentido cuanto fuese posible llevado únicamente de la Gloria de Dios y del amor a su Orden.

 

Fundación

En el marco histórico, político y cultural, de un ambiente liberal que emergía y la ruptura que provocaba en la sociedad, el Padre Torres se lanzó, junto con diez valientes religiosas a fundar el 1º de octubre de 1887, la Congregación de Hermanas Terceras Mercedarias del Niño Jesús para formar la conciencia y el corazón de la niñez y juventud cordobesa.

Desde un inicio la Congregación de abocó a reafirmar los principios cristianos y educar en la fe de la arraigada y tradicional Córdoba católica, en colegios y hogares para niñas.

Las Mercedarias del Niño Jesús, herederas de esta sabia fundacional, desean hacer memoria agradecida de la vida y la Obra de su Fundador, el Vble. Padre José León Torres, carisma redentor que está presente donde la libertad y la dignidad están amenazadas y cautivas de la ignorancia y la deshumanización.

Hermanas Terceras Mercedarias del niño Jesús

La Congregación de Hermanas Terceras Mercedarias del Niño Jesús nació el 1º de Octubre de 1887 en Córdoba, Argentina, como fruto de gracia que el espíritu produce en la Iglesia. Impulsado por la caridad Redentora Fray José León Torres, Mercedario, la fundó sólo apoyado en una Gran fe en Dios, una confianza ilimitada en María Santísima de la Merced y en el deseo de que se haga algo que redunde en bien de la Orden.

Su carisma es

  • Redentor: en sintonía con los orígenes de la familia Mercedaria
  • Eucarístico: en la entrega cotidiana, en el servicio, la educación, la fraternidad y la comunión
  • Mariano: con María de la Merced, discípula y misionera, Madre y modelo de caridad y libertad

Espiritualidad

En respuesta a una personal vocación Nuestro Padre Fundador se sintió impulsado a meditar y a configurarse con el Cristo Redentor, el Cristo obediente hasta la muerte y muerte de cruz, el Cristo humilde hecho Pan en la Eucaristía y con la Madre de Dios que contempló y vivió estos misterios. Por lo mismo nuestra Espiritualidad es redentora, Eucarística y Mariana, se sustenta en la fe, la caridad, la humildad y la obediencia.

La Misión o fin específico de la Congregación es el de ejercer la Caridad con el prójimo:

  • Educando.
  • Iniciando a los jóvenes en el trabajo.
  • Recibiendo y asistiendo a niños y mujeres necesitadas.
  • Poniéndolo todo bajo la protección de María, Nuestra Madre

 

Inspiración

El Padre José León Torres desde mucho tiempo atrás tenía vivísimos deseos de que hubiera Religiosas de la Orden en esta Provincia Argentina.

El 10 de Mayo de 1887, en la Eucaristía y en el momento de la Elevación, vino a su mente la idea de ver si una obra tal podía realizarse en Córdoba. Desde ese momento resolvió hacer en este sentido cuanto fuese posible llevado únicamente de la Gloria de Dios y del amor a su Orden.

 

Fundación

En el marco histórico, político y cultural, de un ambiente liberal que emergía y la ruptura que provocaba en la sociedad, el Padre Torres se lanzó, junto con diez valientes religiosas a fundar el 1º de octubre de 1887, la Congregación de Hermanas Terceras Mercedarias del Niño Jesús para formar la conciencia y el corazón de la niñez y juventud cordobesa.

Desde un inicio la Congregación de abocó a reafirmar los principios cristianos y educar en la fe de la arraigada y tradicional Córdoba católica, en colegios y hogares para niñas.

Las Mercedarias del Niño Jesús, herederas de esta sabia fundacional, desean hacer memoria agradecida de la vida y la Obra de su Fundador, el Vble. Padre José León Torres, carisma redentor que está presente donde la libertad y la dignidad están amenazadas y cautivas de la ignorancia y la deshumanización.

Hermanas Mercedarias de la Caridad

La Congregación de las Hermanas Mercedarias de la Caridad nace como respuesta al amplio campo de necesidades provocadas por la injusticia social: analfabetismo, ancianos y niños desamparados, marginación de la mujer…, y muchas otras situaciones.

Surge a partir de la necesidad de liberar al ser humano de las esclavitudes impuestas por la sociedad; y por una profunda fe en Dios por parte del fundador, el Beato Padre Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, sacerdote mercedario, quien se sintió inspirado por María de la Merced en el amor a la humanidad, al estilo de Jesucristo Redentor por deseos de vivir la caridad redentora como camino de liberación.

Carisma congregacional:

  • Caridad redentora: amor liberador, vivido al estilo de Jesucristo
  • Primacía de la figura de Jesucristo y su Evangelio
  • Relevancia de María de la Merced en la Congregación

Privilegiar a la persona: en primer lugar, los más pobres; fomentando los derechos humanos; potenciando un compromiso social y eclesial; viviendo la actitud del servicio, entre otras; actuando siempre con misericordia; creando relaciones de comunión; generando procesos de liberación.

 

Nuestra espiritualidad gira en torno a tres pilares fundamentales:

  • JESUCRISTO REDENTOR, para asociarnos a su obra
  • CARIDAD REDENTORA, solución a todos los problemas sociales
  • MARÍA DE LA MERCED, mujer nueva y discípula; peregrina de la caridad de Dios y testimonio de solidaridad para nosotras

El carisma de la Congregación es un SERVICIO DE CARIDAD REDENTORA en todas sus formas, en orden a la plena liberación del ser humano.

La misión a que está consagrada la Congregación es la práctica de la caridad redentora, ejerciendo todas las obras de misericordia espirituales y corporales en la persona de los pobres, sirviéndoles en cuantas obras puedan redundar en favor de la humanidad pobre y necesitada.

«TODO PARA BIEN DE LA HUMANIDAD, DE DIOS, POR DIOS Y PARA DIOS.» (Beato Padre Zegrí)

Las virtudes humano evangélicas que configuran nuestro estilo de vida y que son elementos integrantes del carisma que el P. Zegrí, nuestro Fundador, nos legó son:

Caridad – Misericordia – Humildad – Abnegación – Disponibilidad – Universalidad

Gratuidad – Afabilidad – Sencillez – Alegría – Acogida

Hermanas Mercedarias de la Caridad

La Congregación de las Hermanas Mercedarias de la Caridad nace como respuesta al amplio campo de necesidades provocadas por la injusticia social: analfabetismo, ancianos y niños desamparados, marginación de la mujer…, y muchas otras situaciones.

Surge a partir de la necesidad de liberar al ser humano de las esclavitudes impuestas por la sociedad; y por una profunda fe en Dios por parte del fundador, el Beato Padre Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, sacerdote mercedario, quien se sintió inspirado por María de la Merced en el amor a la humanidad, al estilo de Jesucristo Redentor por deseos de vivir la caridad redentora como camino de liberación.

Carisma congregacional:

  • Caridad redentora: amor liberador, vivido al estilo de Jesucristo
  • Primacía de la figura de Jesucristo y su Evangelio
  • Relevancia de María de la Merced en la Congregación

Privilegiar a la persona: en primer lugar, los más pobres; fomentando los derechos humanos; potenciando un compromiso social y eclesial; viviendo la actitud del servicio, entre otras; actuando siempre con misericordia; creando relaciones de comunión; generando procesos de liberación.

 

Nuestra espiritualidad gira en torno a tres pilares fundamentales:

  • JESUCRISTO REDENTOR, para asociarnos a su obra
  • CARIDAD REDENTORA, solución a todos los problemas sociales
  • MARÍA DE LA MERCED, mujer nueva y discípula; peregrina de la caridad de Dios y testimonio de solidaridad para nosotras

El carisma de la Congregación es un SERVICIO DE CARIDAD REDENTORA en todas sus formas, en orden a la plena liberación del ser humano.

La misión a que está consagrada la Congregación es la práctica de la caridad redentora, ejerciendo todas las obras de misericordia espirituales y corporales en la persona de los pobres, sirviéndoles en cuantas obras puedan redundar en favor de la humanidad pobre y necesitada.

«TODO PARA BIEN DE LA HUMANIDAD, DE DIOS, POR DIOS Y PARA DIOS.» (Beato Padre Zegrí)

Las virtudes humano evangélicas que configuran nuestro estilo de vida y que son elementos integrantes del carisma que el P. Zegrí, nuestro Fundador, nos legó son:

Caridad – Misericordia – Humildad – Abnegación – Disponibilidad – Universalidad

Gratuidad – Afabilidad – Sencillez – Alegría – Acogida

Hermanitas de La Merced

Las hermanitas de la Merced buscan responder al llamado de María a continuar su Obra Redentora entre los más pobres, reconociendo en la exclusión una situación permanente de opresión.

Como Pedro Nolasco y los primeros frailes que daban en rehén para liberar a los cautivos, viven entre los más pobres y marginados como signo de la Presencia amorosa de María que no abandona a sus hijos predilectos.

Misionan, llevando la fe, la esperanza y el consuelo que brotan de la Palabra de Dios, a las familias, atendiendo prioritariamente a las mujeres y a los niños, tratando siempre de llegar a los más alejados.

Vivimos en el corazón de la Orden, procurando estar en sintonía permanente con el carisma redentor, amando intensamente a los hermanos y hermanas y sirviéndolos con nuestra oración de intercesión y nuestra acogida fraterna. Por eso, procuramos que nuestras fraternidades surjan en comunidades de frailes mercedarios, para colaborar con ellos, dentro de nuestras posibilidades.

A los tres votos religiosos de castidad, pobreza y obediencia sumamos el de permanecer entre los pobres como signo de la Presencia de Dios entre ellos y como denuncia de su opresión, siendo voz, con nuestra vida y permanencia, de la opción preferencial de la Iglesia por los pobres y del cuidado de María por los oprimidos. Y el de Redención, disponiéndonos a dar la vida día a día o cruentamente, si fuere necesario, por todos y cada uno de ellos.

Para las hermanitas, el voto de castidad implica entregar todo el corazón a Jesucristo y a los hermanos, reconociendo en todos los hombres al mismo Jesús.

Nuestro voto de pobreza es vivir en una confianza total al Padre Bueno y Providente, al estilo de Nuestro Esposo Jesús, que no tuvo dónde recostar la cabeza, con la alegría de recibirlo todo como don, aún trabajando para conseguirlo. Así también compartimos con sencillez nuestros dones espirituales y materiales.

Vivimos el voto de obediencia a partir de la escucha atenta de la Palabra de Dios escrita, del Magisterio de la Iglesia y de la Palabra de Dios hablada y actuada en los signos de los tiempos y en el diálogo fecundo y abierto con todos, con especial atención a los pobres, los niños y los ancianos, a la comunidad y a quienes en la Iglesia tienen la misión de conducir.

 

Formamos pequeñas comunidades de no más de cuatro hermanas. Repartimos las tareas de la casa como en una familia.

Diariamente, dedicamos tiempo suficiente a la lectura de la palabra de Dios, que compartimos semanalmente en comunidad, a la Adoración Eucarística, e intercedemos por todo el mundo y, muy especialmente, por todos los oprimidos de la tierra. Practicamos asiduamente el discernimiento, en el que nos ejercitamos permanentemente.

No tenemos Obras propias de ningún tipo. Trabajamos con nuestras manos y también en otros empleos dignos para ganar nuestro pan.

Damos catequesis, participamos en las Misiones barriales y parroquiales, colaboramos en la predicación de Retiros y Jornadas en las comunidades Mercedarias, formamos parte del Equipo Vocacional y de la Escuela de Animadores de la provincia Argentina de la Orden, de la Pastoral de multitudes y Vocacional de la Diócesis.

Podemos dar clases, catequesis, teología, predicar retiros y animar grupos de oración y/o apostólicos en Colegios, Universidades, Parroquias u otros Centros pero no haciendo nunca de ello una tarea prioritaria que impida nuestra intensa vida de oración y nuestra disponibilidad hecha presencia y trabajo entre los pobres, teniendo siempre nuestra casa entre ellos.

Compartimos en diálogo abierto y sencillo el proyecto de vida personal y velamos unas por otras, en lo espiritual y material.

 

Nuestra comunidad se organiza en torno a la misión. Tratamos de estar siempre alegremente disponibles a todos pero muy especialmente a los más necesitados.

Nuestros espacios comunitarios son intensos, aprovechándolos para compartir la alegría de la fe, la certeza de la esperanza y la delicadeza en el amor a Cristo, María y los hermanos.

A todos los que quieran compartir un momento de oración o un tiempo de experiencia misionera y de nuestra sencilla vida, los esperamos en La Rioja 2075, San Miguel de Tucumán, nuestro teléfono es: 0381.156.265.363 y nuestro correo electrónico: enlahuella@hotmail.com

Hermanitas de La Merced

Las hermanitas de la Merced buscan responder al llamado de María a continuar su Obra Redentora entre los más pobres, reconociendo en la exclusión una situación permanente de opresión.

Como Pedro Nolasco y los primeros frailes que daban en rehén para liberar a los cautivos, viven entre los más pobres y marginados como signo de la Presencia amorosa de María que no abandona a sus hijos predilectos.

Misionan, llevando la fe, la esperanza y el consuelo que brotan de la Palabra de Dios, a las familias, atendiendo prioritariamente a las mujeres y a los niños, tratando siempre de llegar a los más alejados.

Vivimos en el corazón de la Orden, procurando estar en sintonía permanente con el carisma redentor, amando intensamente a los hermanos y hermanas y sirviéndolos con nuestra oración de intercesión y nuestra acogida fraterna. Por eso, procuramos que nuestras fraternidades surjan en comunidades de frailes mercedarios, para colaborar con ellos, dentro de nuestras posibilidades.

A los tres votos religiosos de castidad, pobreza y obediencia sumamos el de permanecer entre los pobres como signo de la Presencia de Dios entre ellos y como denuncia de su opresión, siendo voz, con nuestra vida y permanencia, de la opción preferencial de la Iglesia por los pobres y del cuidado de María por los oprimidos. Y el de Redención, disponiéndonos a dar la vida día a día o cruentamente, si fuere necesario, por todos y cada uno de ellos.

Para las hermanitas, el voto de castidad implica entregar todo el corazón a Jesucristo y a los hermanos, reconociendo en todos los hombres al mismo Jesús.

Nuestro voto de pobreza es vivir en una confianza total al Padre Bueno y Providente, al estilo de Nuestro Esposo Jesús, que no tuvo dónde recostar la cabeza, con la alegría de recibirlo todo como don, aún trabajando para conseguirlo. Así también compartimos con sencillez nuestros dones espirituales y materiales.

Vivimos el voto de obediencia a partir de la escucha atenta de la Palabra de Dios escrita, del Magisterio de la Iglesia y de la Palabra de Dios hablada y actuada en los signos de los tiempos y en el diálogo fecundo y abierto con todos, con especial atención a los pobres, los niños y los ancianos, a la comunidad y a quienes en la Iglesia tienen la misión de conducir.

 

Formamos pequeñas comunidades de no más de cuatro hermanas. Repartimos las tareas de la casa como en una familia.

Diariamente, dedicamos tiempo suficiente a la lectura de la palabra de Dios, que compartimos semanalmente en comunidad, a la Adoración Eucarística, e intercedemos por todo el mundo y, muy especialmente, por todos los oprimidos de la tierra. Practicamos asiduamente el discernimiento, en el que nos ejercitamos permanentemente.

No tenemos Obras propias de ningún tipo. Trabajamos con nuestras manos y también en otros empleos dignos para ganar nuestro pan.

Damos catequesis, participamos en las Misiones barriales y parroquiales, colaboramos en la predicación de Retiros y Jornadas en las comunidades Mercedarias, formamos parte del Equipo Vocacional y de la Escuela de Animadores de la provincia Argentina de la Orden, de la Pastoral de multitudes y Vocacional de la Diócesis.

Podemos dar clases, catequesis, teología, predicar retiros y animar grupos de oración y/o apostólicos en Colegios, Universidades, Parroquias u otros Centros pero no haciendo nunca de ello una tarea prioritaria que impida nuestra intensa vida de oración y nuestra disponibilidad hecha presencia y trabajo entre los pobres, teniendo siempre nuestra casa entre ellos.

Compartimos en diálogo abierto y sencillo el proyecto de vida personal y velamos unas por otras, en lo espiritual y material.

 

Nuestra comunidad se organiza en torno a la misión. Tratamos de estar siempre alegremente disponibles a todos pero muy especialmente a los más necesitados.

Nuestros espacios comunitarios son intensos, aprovechándolos para compartir la alegría de la fe, la certeza de la esperanza y la delicadeza en el amor a Cristo, María y los hermanos.

A todos los que quieran compartir un momento de oración o un tiempo de experiencia misionera y de nuestra sencilla vida, los esperamos en La Rioja 2075, San Miguel de Tucumán, nuestro teléfono es: 0381.156.265.363 y nuestro correo electrónico: enlahuella@hotmail.com