Vivimos en el corazón de la Orden, procurando estar en sintonía permanente con el carisma redentor, amando intensamente a los hermanos y hermanas y sirviéndolos con nuestra oración de intercesión y nuestra acogida fraterna. Por eso, procuramos que nuestras fraternidades surjan en comunidades de frailes mercedarios, para colaborar con ellos, dentro de nuestras posibilidades.
A los tres votos religiosos de castidad, pobreza y obediencia sumamos el de permanecer entre los pobres como signo de la Presencia de Dios entre ellos y como denuncia de su opresión, siendo voz, con nuestra vida y permanencia, de la opción preferencial de la Iglesia por los pobres y del cuidado de María por los oprimidos. Y el de Redención, disponiéndonos a dar la vida día a día o cruentamente, si fuere necesario, por todos y cada uno de ellos.
Para las hermanitas, el voto de castidad implica entregar todo el corazón a Jesucristo y a los hermanos, reconociendo en todos los hombres al mismo Jesús.
Nuestro voto de pobreza es vivir en una confianza total al Padre Bueno y Providente, al estilo de Nuestro Esposo Jesús, que no tuvo dónde recostar la cabeza, con la alegría de recibirlo todo como don, aún trabajando para conseguirlo. Así también compartimos con sencillez nuestros dones espirituales y materiales.
Vivimos el voto de obediencia a partir de la escucha atenta de la Palabra de Dios escrita, del Magisterio de la Iglesia y de la Palabra de Dios hablada y actuada en los signos de los tiempos y en el diálogo fecundo y abierto con todos, con especial atención a los pobres, los niños y los ancianos, a la comunidad y a quienes en la Iglesia tienen la misión de conducir.
Formamos pequeñas comunidades de no más de cuatro hermanas. Repartimos las tareas de la casa como en una familia.
Diariamente, dedicamos tiempo suficiente a la lectura de la palabra de Dios, que compartimos semanalmente en comunidad, a la Adoración Eucarística, e intercedemos por todo el mundo y, muy especialmente, por todos los oprimidos de la tierra. Practicamos asiduamente el discernimiento, en el que nos ejercitamos permanentemente.
No tenemos Obras propias de ningún tipo. Trabajamos con nuestras manos y también en otros empleos dignos para ganar nuestro pan.
Damos catequesis, participamos en las Misiones barriales y parroquiales, colaboramos en la predicación de Retiros y Jornadas en las comunidades Mercedarias, formamos parte del Equipo Vocacional y de la Escuela de Animadores de la provincia Argentina de la Orden, de la Pastoral de multitudes y Vocacional de la Diócesis.
Podemos dar clases, catequesis, teología, predicar retiros y animar grupos de oración y/o apostólicos en Colegios, Universidades, Parroquias u otros Centros pero no haciendo nunca de ello una tarea prioritaria que impida nuestra intensa vida de oración y nuestra disponibilidad hecha presencia y trabajo entre los pobres, teniendo siempre nuestra casa entre ellos.
Compartimos en diálogo abierto y sencillo el proyecto de vida personal y velamos unas por otras, en lo espiritual y material.
Nuestra comunidad se organiza en torno a la misión. Tratamos de estar siempre alegremente disponibles a todos pero muy especialmente a los más necesitados.
Nuestros espacios comunitarios son intensos, aprovechándolos para compartir la alegría de la fe, la certeza de la esperanza y la delicadeza en el amor a Cristo, María y los hermanos.
A todos los que quieran compartir un momento de oración o un tiempo de experiencia misionera y de nuestra sencilla vida, los esperamos en La Rioja 2075, San Miguel de Tucumán, nuestro teléfono es: 0381.156.265.363 y nuestro correo electrónico: enlahuella@hotmail.com