FUNDADORA Y PATRONA
Pedro Nolasco, inspirado por la Santísima Virgen, funda una Orden dedicada a la Merced (que significa obras de misericordia) y junto a los frailes que lo acompañaban en la misión, tomaron a la Virgen de la Merced como patrona y guía.
La espiritualidad mercedaria es fundamentada en Jesús el liberador de la humanidad y en la Santísima Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre.
En 1272, tras la muerte del fundador, los frailes toman oficialmente el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos y desde entonces son conocidos como mercedarios.
DEVOCIÓN
Desde el año 1259 los padres Mercedarios empiezan a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced (o de las Mercedes) la cual se extiende por todo el mundo, edificando iglesias dedicadas a Santa María. La primera, en su Casa-Hospital de Santa Eulalia, construida cerca del mar la cual fue llamada casa de la Orden de la Merced o simplemente, La Merced.
Como actos en honor a María de la Merced, la Orden desde sus inicios practicó la entrega del hábito de Santa María a los nuevos frailes y a los cofrades, el rezo del Oficio diario de Santa María, la Misa y la Salve de los días sábados y los actos de culto mariano inmemorial.
EN AMÉRICA
Durante la evangelización de América los mercedarios llevaron a través de ese inmenso continente la devoción y el culto a la Santísima Virgen bajo el título de La Merced. El primer santuario mariano en tierra americana es el dedicado a María de la Merced en el Santo Cerro, en la isla de Santo Domingo.
En sus orígenes se trató de una capilla levantada por voluntad testamentaria de don Cristóbal Colón. La imagen, regalo de la reina Isabel a los primeros misioneros mercedarios, fue proclamada Patrona de Santo Domingo el día 8 de septiembre de 1616. Con fundamento, se puede afirmar que la primera advocación mariana conocida en el Nuevo Mundo y venerada como tal por los americanos fue la de la Merced.
No es, entonces, una casualidad que los ejércitos revolucionarios que lucharon por la independencia sudamericana en el siglo XIX, la reconocieran frecuentemente como su protectora.
EN ARGENTINA: GENERALA DEL EJÉRCITO
Y en Argentina hasta su escapulario fue adoptado como uniforme por las tropas patriotas en las Batallas de Tucumán y Salta, precisamente donde se decidió la suerte de los pueblos americanos.
Cuenta la historia que el General Manuel Belgrano durante la batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, en plena guerra por la independencia, puso toda su confianza en Dios y en Nuestra Señora de la Merced o de las Mercedes.
Después de la victoria, que aseguró la independencia argentina, en el parte de guerra que transmite al gobierno, escribe textualmente: “La Patria puede gloriarse de la victoria que han obtenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de la Merced, bajo cuya protección nos pusimos”. El General, profundamente conmovido por el triunfo, nombra a la Virgen de las Mercedes como Generala del Ejército Argentino.
En el año 1912, al cumplirse el Centenario de la Batalla de Tucumán, la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes que se venera en San Miguel de Tucumán, fue coronada solemnemente en nombre del papa San Pío X.
ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA MERCED
Madre y Protectora de Nuestra Patria
María, Madre de la Merced,
Tú has experimentado como nadie la misericordia del Padre,
y has participado en su manifestación
mediante el sacrificio de tu corazón al pie de la cruz.
Tú, interviniste en una noche de la historia
a favor de los cristianos que sufrían cautividad
y se encontraban en peligro de perder su fe.
Y hoy sigues haciendo presente el amor de Dios entre los hombres,
los que sufren, los pobres, los perseguidos, los oprimidos.
Escucha nuestras súplicas.
Rompe las cadenas que nos atan y nos impiden ser libres
y conviértenos en redentores y liberadores,
para que llenos del amor de CRISTO,
dediquemos nuestras vidas a promover la verdadera libertad
y dignidad de los hombres,
aquella que permite la comunión con el Padre
y la fraternidad con CRISTO y los hermanos.
AMÉN.