Santos y fieles difuntos de la familia mercedaria

Fray Ricardo Guzzo, Superior Provincial de La Merced en Argentina, nos comparte su mensaje en esta solemnidad del día de Todos los Santos de la Orden de la Merced y extensivo al día de mañana en el que se conmmoran a los fieles difuntos de la familia mercedaria. Fray Ricardo nos convoca a unirnos en la oración o en algún gesto que esté a nuestro alcance realizar en particular relación con la situación actual.

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Fr. Ricardo Guzzo, O. de M.
Superior Provincial – Argentina

«Como todos los años, la Orden de La Merced, después de celebrar en la iglesia la fiesta de Todos los Santo y conmemorar a todos los fieles difuntos, celebra también la fiesta de Todos los Santos mercedarios y hace memoria de todos los difuntos de nuestra familia carismática.

     Celebrar la fiesta de todos los Santos de la Orden que, a través del carisma asumido por San Pedro Nolasco, aportaron su santidad a lo largo de estos 802 años de Merced, es una oportunidad para hacer un alto en el camino, mirar nuestra realidad y renovar con entusiasmo nuestro compromiso de vida en esta familia que vamos conformando día a día.

Siempre recordamos a los Santos con nombres y apellidos, muchos de ellos fundadores o iniciadores de un movimiento sin precedentes o con un estilo único e irrepetible, pero nos olvidamos que para que ello sucediera, al lado de cada uno de esos hombres y mujeres, a la par, codo a codo, hubieron muchos que también, con nombre y apellido, hicieron posible esa historia que hoy llega hasta nosotros. En nuestro caso no todo es mérito de San Pedro Nolasco o de sus amigos, San Pedro Armengol, San Ramón Nonato o Santa María de Cervellón, San Serapio y San Pedro Pascual, sino de innumerables voluntarios, amigos y bienhechores, incluso cautivos, que inscribieron en las paginas de la Merced esas pequeñas grandes historias de entrega, por la vida de los más vulnerables.

     Hoy estamos llamados y motivados por estos hermanos que, desde la sencillez de sus vidas “anónimas”, nos comprometena ser de nuestras vidas, signos eficaces (casi diría sacramentos) de Misericordia y esperanza para nuestros hermanos… para todos… pero especialmente como mercedarios, para y con los descartados de la sociedad… víctimas de trata de persona, prostitución, trabajo esclavo, violencia en todas sus formas, adictos, los encarcelados… porque ellos son los pequeños del Reino… hijos de Dios, llamados también a la misma santidad que vos y yo…

     Como una de las caras de una misma moneda, mañana recordaremos a todos los difuntos de la Orden, religioso y religiosas, laicos consagrados, hermanos y hermanas de la primera Orden, familiares, amigos, bienhechores, destinatarios interlocutores de nuestra misión con quienes juntos vamos construyendo este proyecto de Dios para el mundo. Tengo la tentación de dar nombres de muchos que han partido a la casa del Padre, antes y durante este tiempo de la pandemia, pero sería injusto porque es probable que me olvide de alguno, y también injusto con la misma celebración que recuerda la memoria de “Todos los fieles Difuntos” … Hagamos extensiva nuestra oración para todos aquellos que mercedarios o no, creyentes o no creyentes, colaboraron de alguna forma a sostenerla familia mercedaria durante estos siglos.

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Les invito a que nos sumemos en estos días, no necesariamente hoy y mañana, sino durante el mes con algún gesto, personal o comunitario: un rosario, una oración, la lectura de algún textobíblico; un gesto solidario, una palabra de aliento y compromiso con la vida; que encendamos una vela o coloquemos una flor en nuestra casa… Un gesto que honre la memoria de todos los santos y todos los difuntos de la Orden y especialmente, en este tiempo de pandemia, que honre la memoria de quienes trabajan permanentemente en lugares claves y ponen en riesgo su vida por nosotros, los santos de la puerta de al lado… que honre también, la memoria de aquellos que la enfermedad les venció pero nos dejaron el ejemplo de sus vidas, para ponernos de pie y seguir sembrando esperanza para las generaciones que vienen y necesitaran de nuestro testimonio de fe y compromiso.

Le pido a María de La Merced, que nos asista y nos ilumine el camino, sea ella la que,de su mano, nos conduzca al encuentro de su Hijo que dio la vida por nosotros y así, tras los pasos de Nolasco sigamos comprometiendola vida en favor de los cautivos de nuestro tiempo y de todos los tiempos…

El Señor les bendiga a cada uno de ustedes ysus familias… Gracias por la entrega de amor de todos los días, por sostenernos mutuamente en la fe y la esperanza…»