María en la expectación del parto

Fray Ricardo Guzzo, Superior Provincial, O. de M. Argentina

Mensaje de nuestro Superior Provincial de la Orden de la Merced en Argentina, fray Ricardo Guzzo: «Pidamos a María su espíritu de mujer valiente que supo defender la vida que ya habitaba en su vientre; la esperanza y la salvación de su pueblo».

     La fiesta de María en la Expectación del Parto, titular de nuestra Provincia Mercedaria, cobra cada vez más fuerza, entre quienes vivimos en Argentina la vocación redentora. No solo porque nuestros primeros hermanos nos pusieron bajo su protección, sino y sobre todo, porque el misterio de la expectación se encuentra íntimamente unido al de la encarnación-redención, claves fundamentales en la vocación compartida entre religiosos y laicos unidos en misión.

     Aprender de María en la expectación del parto nos enseña el camino para adentrarse en las más difíciles situaciones y enfrentar con mansedumbre, valentía y heroísmo aquello que parece imposible de derrotar y que atenta contra la dignidad de la vida humana. Difícilmente podamos dar una respuesta, abrir nuevos caminos, acabar con todo aquello que nos somete si no esperamos con ansias que la promesa de Dios irrumpa en nuestra realidad.

«Les invito a que este 18 de diciembre elevemos juntos una oración especial para que el Señor ilumine el corazón y la razón de quienes en el Senado de la Nación tienen la tremenda responsabilidad de proteger el Derecho a Nacer, fundamento primero de todo Derecho Humano».

Fray Ricardo Guzzo

Puedes descargar aquí la misa para celebrar a María en la Expectación del Parto.

Haz clik en las negritas.

     La expectación de María por el niño que ha de nacer, si bien es propia en los días previos al nacimiento, se va gestando desde el primer anuncio de su maternidad; cuando creyendo en el mensaje recibido lo hace carne en su vientre, y exultante de alegría, en el canto del Magníficat, nos anuncia la llegada del Reinado de Dios.     

     La misma expectación es la que mantuvo firme a María en cada momento de su vida, aún al pie de la cruz y nos mueve a nosotros como mercedarios a estar junto a los crucificados de nuestro tiempo, aquellos descartados que han perdido la esperanza de amar y ser amados.

     En este año de pandemia, María en la expectación del parto, nos viene a anunciar con esperanza el pronto nacimiento de un mundo nuevo, si somos capaces de aprender a escuchar y mirar los signos de los tiempos, gestando en nuestras vidas y nuestras comunidades el proyecto de Dios para todos.

    Agradezco a mis hermanos religiosos/as y laicos/as que se reinventaron cuantas veces hizo falta con tal de encontrar nuevos caminos en el servicio redentor, enfrentado con valor esta pandemia, poniendo en riesgo su cuerpo, asumiendo en muchos casos la enfermedad y la partida de hermanos-compañeros de camino, sin dejar de sostener la vida de los más desprotegidos, los más vulnerables de nuestras comunidades.

     Pidamos a María su espíritu de mujer valiente, que, en medio de una sociedad tremendamente patriarcal, sorprendida por un embarazo no esperado, supo defender la vida que ya habitaba en su vientre; porque sabía desde lo más profundo de su ser que ese niño que iba a nacer, era la esperanza y la salvación de su Pueblo.

     Les invito a que este 18 de diciembre elevemos juntos una oración especial para que el Señor ilumine el corazón y la razón de quienes en el Senado de la Nación tienen la tremenda responsabilidad de proteger el Derecho a Nacer, fundamento primero de todo Derecho Humano.