La Merced desde el arte

Abrazamos humanidades desde el arte que libera, con la participación del director de la Cantoría de La Merced de Córdoba.

La Cantoría de la Merced, en Córdoba, está formada por tres agrupaciones: Cantoría de Niños y Jóvenes; Cantoría de Adultos y la Orquesta Amateur, con músicos estudiantes y profesionales. En este espacio de escucha previo a la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, compartimos la participación de Santiago Ruiz, director de la Cantoría.

Nos cuenta que desde niño amaó la música y en el corazón sentía que quería seguir profundizando en la música litúrgica. La Merced acogió este deseo y esta búsqueda.

“La Cantoría de la Merced es como un lugar donde esa sed encontró la libertad”. La libertad que significa el arte, la libertad que visitaba a cada una de las personas que se acercaban a este proyecto desde el arte. La libertad que con humildad podíamos acercar cuando íbamos a compartir música”.

Conoce otros testimonios que fuimos compartiendo de los testimonios que participaron en este proceso de escucha para la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe

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Fue hermoso reconocer que el arte libera, pero no sólo el arte. Es Cristo el que libera. Y desde allí conocer las experiencias de la visita, desde el origen de la Orden con Pedro Nolasco. Cuando no podía liberar a los cautivos, simplemente los visitaba y eso ya era un alivio. Ahí apareció otra palabra clave, que fue la de  los cautivos. Y fue construir una mística mercedaria en el trabajo cotidiano de un coro. Y de un coro muy abierto, una posibilidad de hacer una comunidad mucho más amplia.

Nos une un trabajo que no es pastoral, sino desde la evangelización de la cultura, a través de la manera de hacer la tarea, de vivir el amor, la verdad, el respeto, la tolerancia… En el camino desde el arte lo primero es escuchar y el ejercicio de estas experiencias tan sencillas, que en un principio no parecen religiosas, nos conecta con una humanidad que es profunda, que es verdadera y que es liberadora.

A la luz del Documento de Trabajo para la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, nos pusimos a reflexionar y encontramos muchas cosas que tenemos la dicha de poder vivir: porque desde hace 17 años ininterrumpidos nuestra función es visitar desde el arte.

Tenemos un coro de niños y jóvenes, y también hay un trabajo con las familias, siguen un perfil acompañando las comuniones, y funciona como un grupo que trabaja desde el arte, y que tiene todos estos valores en el trabajo cotidiano.

La Basílica de La Merced nos abraza, y terminamos los ensayos cantando en el templo, cantando y escuchando ese sonido que preparamos para los demás. Con este criterio de visitación, de nuevos lenguajes. Casi como una misión, porque nos permite llegar al corazón y renovar la esperanza.

Se da esto de la visitación, se da el trabajo con las familias y los jóvenes, en los conciertos,  la experiencia de la libertad, en cada uno de nosotros y en los demás. Y también se nos ha dado esto de los nuevos caminos, de ir a otra parte, como dice Marcos en el Evangelio: “Vamos a otra parte, para predicar también allí, porque para esto he venido” (Mc. 1, 38). Y esto nos ha permitido viajar por distintos lugares de Córdoba, del país. Estuvimos en España, en Barcelona, en la Basílica de la Orden que nos conecta con los orígenes, con la fundación. Incluso con obras relacionadas con culturas aborígenes que recogen esa emoción con la que ancestralmente se crearon esos cantos.

También porque descubrimos un lenguaje significativo en la música. Desde el arte, con un alcance diferente y enmarcado en la pastoral urbana, incluso a través de las redes sociales y donde difundimos este trabajo cultural, artístico y profundo  en una manera actual.

También este criterio de prevención acompaña el trabajo. La actividad artística es realmente preventiva. Porque la persona que se asoma al arte, al trabajo colectivo, que pone su voz, que es una de las cosas más íntimas que tenemos las personas, difícilmente pueda convivir con la violencia.  La sociedad que se genera a partir de un coro es una muy buena prevención y educa los sentidos, nos lleva a escuchar a los demás.

En torno a las culturas migrantes, muchas personas que llegan desde otros lugares han encontrado en el canto un lugar y un grupo, una comunidad que los contiene.

Nuestra manera de “dar de comer” es humilde, pero el arte es un alimento que le da otro sentido al alimento material, que refleja el amor desde otro lugar. De esa manera desarrollamos una espiritualidad que tiene muchos valores cristianos, implícitos y explícitos. Porque son verdaderos, porque son buenos y son bellos, y nos llevan de alguna manera a otra parte, también a predicar desde el arte.

Hoy nos enorgullece a todos decir que La Cantoría de la Merced ha construido una imagen para la actividad coral de nuestro país como un centro cultural importante. Y lo debemos a este espacio y a esta visión de la Orden, de visitar con nuevos lenguajes, de redescubrir desde  el arte estas posibilidades.

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