La Merced desde la Fiesta de los redimidos y una liturgia en salida redentora misionera. La experiencia de la comunidad de Tucumán.
Fray José Luis, Párroco y Superior de la comunidad mercedaria de Tucumán comparte en este espacio la experiencia de la iglesia en salida, iglesia redentora en este particular momento actual que estamos viviendo.
“Así como nosotros lo vivimos, no hay tanta división entre lo litúrgico-parroquial y el servicio y lo social, que es una brecha que durante mucho tiempo hemos intentado como romper, porque estaban los que rezan y se reúnen en los grupos y los que trabajan en lo social como en dos mundos tan distintos” comienza compartiéndonos de esta forma la vida de la comunidad.
Cuenta que en la comunidad de Tucumán tienen una “pequeña sinodalidad”, es una parroquia que hace mucho tiempo está organizada, el Consejo Pastoral se reúne una vez al mes y están representados todos los grupos parroquiales con voz y voto, y allí se va planificando cada mes. Al principio de cada año hacen un retiro de 2 días para rezar, reflexionar y discernir sobre las líneas de acción que se seguirán, intentando hacer coincidir la realidad de la comunidad, lo que resuena en la Orden y también en la iglesia arquidiocesana de Tucumán.
La comunidad parroquial está compuesta por 4 capillas, 4 comunidades, y cada una anima la actividad parroquial cada 3 meses, hay una rotación de personas y cada comunidad organiza y propone actividades para vivir ese tiempo y lo lleva adelante.
Rescata el padre José Luís que son “muy conocidos en el ámbito arquidiocesano por ser una parroquia muy festiva, que en nuestras liturgias prima mucho el canto, que a la gente que participa le gusta mucho cantar, es un lindo clima que se arma en las celebraciones y cuando hay niños la catequesis también suma mucho”. “Y también somos famosos por las Carpas Misioneras, que la parroquia se moviliza, antes era un poco más, pero ahora dos veces al año con las carpas en un lugar periférico de la parroquia donde intentamos revalorizar la presencia de la comunidad como iglesia, con los sacramentos, la pastoral bíblica, las visitas a las casas, y sobretodo aprovechando esto de la piedra popular que está muy a flor de piel aquí en Tucumán, vos ponés una Virgen en algún lado y todo el mundo se para por lo menos 2 minutos a rezar”.
Continúa contando las experiencias y comenta que “últimamente estamos usando la metodología que le llamamos del esquinazo, un grupo se apuesta en una esquina a bochinchear con la imagen de la Virgen, a rezar el rosario y cantar, y la gente se va parando allí. Mientras tanto los misioneros van por las casas de las cuadras aledañas y van leyendo la palabra y conversando con la gente y le dejan un papelito para que ellos escriban una oración y vayan a dejarla en la esquina donde está la Virgen. A veces llevan cosas para bendecir porque saben que está el sacerdote, es como ir interactuando con la gente y la gente se prende”.
El uso del agua bendita, la luz, la bendición del sacerdote les importa mucho, les significa mucho a las personas. Comenta que en su parroquia, cuando él sale a saludar al frente al final de la misa, la gente hace cola para recibir la bendición, “y uno puede explicar una y veinte mil veces ‘ya recibieron la bendición’ pero la gente necesita este contacto”.
Suscribite para recibir las últimas novedades