Hoy es el día de San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús. En cercanía con esta memoria litúrgica, se celebró el domingo la “III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores”.
Desde el año 2020 esta nueva fecha en el calendario incorpora como una oportunidad para valorar, agradecer y festejar la vida y el legado de los ancianos.
En 2023 el lema de la Jornada es «Su misericordia se extiende de generación en generación», tomando las palabras de María en el Magníficat según el evangelio de Lucas. El Papa Francisco dice en su mensaje que el proyecto de Amor de Dios atraviesa pasado, presente y futuro, abraza y pone en comunicación las generaciones.
Les pedimos a algunos abuelos, abuelas y personas mayores de nuestras comunidades mercedarias que nos cuenten cómo en su familia la fe se comunica “de generación en generación”.
Este es el testimonio de abuela Norma, desde la comunidad de la Parroquia Nuestra Señora de los Buenos Aires, en CABA: “Comienzo diciendo que tengo 82 años, 2 hijos un varón y una mujer. El varón vive conmigo y la mujer en Berlín desde hace casi 8 años, ella me regaló 2 hermosas nietas una de 28 y otra de 12 años. Intento transmitirles la fe con mi vida, con mi presencia y entrega a la Orden y nuestra querida mamita. Siempre traté de sembrar y como el evangelio de la semana pasada, rezo para que esa semilla de frutos…”
Tere es abuela de Nina, Faustina y Tiziano, y participa en la comunidad de la Basílica Nuestra Señora de la Merced de Córdoba. Nos cuenta “Siento que la única manera de comunicar la fe es fundamentalmente con el ejemplo. También con la ayuda de palabras simples puedo hacerle saber que Jesús los ama y nos quiere unidos y atentos a las necesidades del prójimo”.
Pedro y Edith, desde la comunidad de Maipú en Mendoza expresan: “La situación no es fácil, el momento de mayor acercamiento son los días domingos en el encuentro familiar. Allí les pedimos, como en todos los almuerzos un minuto de silencio para hacer la bendición de los alimentos y las manos que lo hicieron. También que el Señor acreciente nuestra Fe. Respetamos sus tiempos para que participen más de las cosas de la Iglesia. Con los nietos, más allá del afecto tremendo que sentimos por ellos, cuando comparten el tiempo con nosotros, los hacemos participar de la misa del día y también hablándoles de Cristo y la Virgen. En cada oportunidad de nuestros rezos diarios, oramos a la Virgen, a su hijo Divino, Dios y el Espíritu Santo para que los protejan y los guíen por el camino trazado por el Evangelio”.
Meneca colabora en Cáritas de la parroquia Nuestra Señora de la Merced en Ranelagh . Dice que la hace muy feliz poder ayudar a quien lo necesite. “Vengo de familias muy católicas” –nos cuenta- “mi mamá perteneció a Orden de Nuestra Sra. del Huerto en Rosario. Mis abuelos paternos eran españoles y muy religiosos. Tengo una prima hermana que es monja de clausura en el monasterio de Santa Clara en Soria España. A veces mis amigos me dicen que siempre estoy bien, como si no tuviera problemas. Les contesto que los tengo igual que todos, pero al tener tanta fe, no permite que decaiga. Creo que hay que tener en cuenta que felicidad comienza con fe. Hubo varios que lo intentaron y experimentaron lo mismo que yo, así que entiendo que no fue en vano mi propuesta. Deseo que sirva mi testimonio llegue a otros”.
Susana vive en Tucumán. Es parte de la comunidad de la Capilla Cristo Redentor. Recuerda que sus padres le transmitieron la fe, con un gran cariño a la Virgen y al Sagrado Corazón, en la participación en las misas de los familiares difuntos, y al ver cómo oraban y encendían una vela ante situaciones dicífiles. Hace un tiempo falleció su esposo, pero juntos pudieron compartir experiencias de espiritualidad con sus nietos. Ahora todos rezan por su abuelo en las oraciones de la noche.“También es algo muy sagrado cuando se reúnen y comparten la bendición de la mesa. O a la noche cuando vamos a dormir los nietos dicen -vamos a rezar-. A veces dicen -abuela por favor rezá para que me vaya bien porque hoy tengo examen-.Vamos transmitiendo eso y la misión pastoral que teníamos en la capilla. Una vez mi nieta que tenía seis años decía -Abuela, ¿acá trabajás vos para Dios? O hablan de la capilla de la abuela, porque ahí colaboramos en el ropero comunitario, la catequesis, y les voy contando cómo es todo. En estas pequeñas cosas intento transmitirles la fe. En la primaria tienen religión y a veces me piden que les ayude con esas tareas”.
Dominga de Villa Rivera Indarte en Córdoba envía su testimonio: “Desde niña camino junto a María de la Merced por legado de mis abuelos y madre que me inculco la fe en Dios. Hasta hoy con mis 85años llevo en mi vida esa herencia tan humilde y noble, la de trasmitir a mis nietos y bisnietos los valores de la palabra de Dios. Camino como misionera junto a la comunidad de León XIII llevando a Nuestra Madre a visitar los hogares donde tanta falta hace la protección y el AMOR de Dios.Los jóvenes de los distintos grupos comparten vivencias conmigo y otros adultos y aprendemos de eĺlos, y ellos a su vez nos agradecen todo lo qué aprenden de nosotros. Ese intercambio produce el abrazo a la fe, al amor y a la confraternidad del ser humano que abraza a Nuestra Madre”.
Graciela de la Capilla Niño Jesús de Tucumán nos cuenta que hace treinta años que está en la Merced: “tuve un gran proyecto de amor junto a mis hijos y nietos, hace dos años falleció mi esposo y tuve la dicha y el consuelo de este Dios misericordioso que estuvo siempre presente, y hoy sigo haciendo camino junto a mis nietos. Porque la Merced siempre está presente en nosotros. Todos seguimos este camino de amor y servicio, transmito la fe desde mi ejemplo, yo estoy en la catequesis y en el comedor de mi amada Parroquia”.
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