¡Gracias a los profes mercedarios!

El día del profesor se recuerda a José Manuel Estrada, quien falleció un 17 de septiembre de 1894. También es una oportunidad para reflexionar en la transformadora tarea de educar desde las distintas disciplinas. En nuestros centros educativos mercedarios, profesoras y profesores de todas las materias comparten con pasión la experiencia de una educación liberadora.

Desde el Instituto San Pedro Nolasco en Buenos Aires, la profesora Silvia Cociña repasa su vocación y la comparte con alegría en este testimonio con el que agradecemos  a cada profe de la familia mercedaria.

¿Cómo nació tu llamado a ser profesora?

Desde que era alumna 2º año de la escuela secundaria tenía claro que quería estudiar Historia y, ya a finales de la misma, me decidí por la docencia, profe de Historia. Pero también recuerdo que desde muy chica jugaba con mis muñecas a ser su maestra y, entre tizas y pizarras, “les enseñaba”.

Actualmente dicto Historia en 1º año Turno Tarde y Formación ética y ciudadana en 2º año turno tarde. Además soy tutora de 1º año TT.

¿Qué profesores inspiraron tu vocación?

Varias docentes pero sobre todo dos, la que fue mi profe de Historia y la que fue mi profe de Formación moral y cívica, como se llamaba entonces, y de Derecho. Obviamente me atrapaban esas asignaturas, pero también las formas de abordarlas, apuntando a desarrollar el juicio crítico en una época complicada como era atravesar la transición entre dictadura y democracia.

¿Qué soñabas cuando decidiste dedicarte a la educación?

Fue hace mucho pero seguramente soñaba con aportar “mi granito de arena” para que los chicos y las chicas crezcan desde el punto de vista de su interior, vean un poquito más allá de lo que se les muestra a través de los medios, que se apasionen por la Historia y por lo que hagan, que se comprometan con sus semejantes, que no les dé todo lo mismo. Espero haber contribuido a algo de eso.

¿Cuándo y cómo llegaste a la familia mercedaria?

También hace mucho…en al año 1991. Ese año me llamó el rector para una suplencia por maternidad. Una amiga había dejado su CV y, cuando la contactaron, ella ya no podía por haber tomado horas de clase en otra escuela; dejó mis datos y me llamaron. Ese año hice esa suplencia de unos pocos meses y al año siguiente vuelven a convocarme y ya no me fui más. Siempre me sentí muy cómoda trabajando en esta comunidad.

¿Qué es para vos la educación liberadora?

Siento que es la que te enseña a pensar, la que te invita a crecer, la que te impulsa a enseñar aprendiendo de los demás, compañeros/as y estudiantes. Es la que nos interpela cada día y hace que no nos conformemos con lo hecho; la que nos plantea siempre nuevos desafíos; la que nos insta a despojarnos de ataduras que nos impiden crecer y también, la que nos llama a “ver” al otro/a y ponernos en su lugar, no mostrarnos indiferentes ante su realidad.


¿Qué es lo que te hace más feliz de tu servicio?

Por lejos, lo que más feliz me hace es el vínculo con los/as alumnos/as. Creo que poder tener llegada y ser una interlocutora válida para ellos/as es lo más valioso. Dejar huella en los/as estudiantes es lo más importante, y esa huella puede no tener que ver a veces con la materia y sus contenidos; puede ser a través de algún consejo, del ejemplo que una ha tratado de dar, o simplemente el afecto mutuo.

¿A quiénes quisieras saludar en este día?

Me gustaría saludar a mis compañeros y compañeras, que encaran este trabajo con responsabilidad y compromiso, en una época muy desafiante y compleja. Actualmente, la escuela en general y el rol docente, se encuentran muy cuestionadas. De modo que mi saludo es para ellos/as que todos los días, con optimismo y profunda convicción, “ponen el cuerpo” en esta tarea maravillosa pero no por eso, menos difícil.

También un saludo para nuestros/as chicos/as, de los/as que permanentemente aprendemos y, sólo con ellos/as nuestro trabajo adquiere sentido.