Los distintos trayectos formativos que funcionan en la parroquia San Pedro Nolasco y en las capillas Cristo Redentor y La Candelaria expusieron lo trabajado durante el año.
Docentes y alumnos de los diversos espacios mostraron sus obras a las comunidades y explicaron cómo lograron avanzar en el proceso de aprendizaje.
Estos centros educativos ofrecen los trayectos de cocinero y cocinera, modisto o modista, productores textiles artesanales e inglés. Están destinados a jóvenes y adultos a partir de los 18 años de edad, y representan un importante aporte para la capacitación en oficios, desarrollo de emprendimientos y la obtención de herramientas para la salida laboral.
María Emilia Ovejero es docente del Centro Educativo de Formación Profesional N° 2/51, en el trayecto formativo Productor Textil Artesanal. Desde su experiencia nos comparte lo vivido:
“Esta muestra es importante porque las cosas que realizan los estudiantes también las pueden vender para volver a comprar materiales y así seguir aprendiendo. No tienen un lugar específico para la venta. Por eso a veces se aprovecha a la salida de la Iglesia para vender prendas y otros productos en algunas fechas especiales.
Mi experiencia como docente es en la parroquia San Pedro Nolasco donde el centro educativo funciona de lunes a viernes de 15 a 17,30 hs.
Las alumnas están aprendiendo constantemente, y se las ve animadas para hacer cosas. Muchas veces no cuentan con herramientas o insumos necesarios para realizar sus obras. Este año con la ayuda de la Orden de la Merced compramos materiales como agujas e hilos, lanas, fibras textiles. Aprendieron a hacer ajuares para bebés con la técnica del crochet y de las dos agujas. Además registran en una carpeta el paso a paso de lo que van haciendo porque una vez que se reciben pueden inscribirse en la Junta de Clasificación. Como estos trayectos están certificados por el Ministerio de Educación, pueden tomar cargos docentes.
También podemos observar que al tener las fibras textiles y las herramientas en mano ellas pudieron comparar, seleccionar los distintos materiales y conocer los variados usos que se le puede dar. Con ese conocimiento que ya tienen desde el primer módulo, pueden trabajar en un local de venta de hilos y asesorar a las personas.
Son chicas jóvenes que quieren aprender una profesión porque algunas están en carreras universitarias. Entonces pueden estudiar en la facultad y al mismo tiempo aprender a hacer por ejemplo una bufanda al crochet y venderla entre sus amigas o compañeras.
En el curso aprenden lo básico, pero ellas realizan nuevas figuras. En el hacer y en el rehacer se van perfeccionando en lo artesanal creativo que ellas elaboran”.
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