La Colonia Sonrisa de Elefante cumple 30 años

La Colonia Sonrisa de Elefante, organizada por los colegios mercedarios San Pedro Nolasco de Caballito y Padre Márquez de Ranelagh, cumple 30 años. Quienes vivieron la experiencia cuentan que ha dejado una huella imborrable en sus historias. Muchos de aquellos primeros participantes, colaboradores y animadores dicen que sus vidas fueron transformadas a partir de esta vivencia de encuentro y servicio. 

Juan Ignacio Marchese, quien hoy se desempeña como Representante Legal del Colegio San Pedro Nolasco, repasa su historia coloniera y comparte su testimonio: 

“Es complicado hablar de este proyecto que atraviesa la vida de tanta gente en tanto tiempo. Por eso es mejor empezar por el principio:

En 1992 los colegios de Caballito San Pedro Nolasco y de Ranelagh Padre Marquez comenzaron a trabajar en el festejo del día del niño para los chicos del barrio de Ranelagh con los alumnos de los terceros años. En el año 93 los alumnos del Nolasco participan de encuentros de la Fraternidad Juvenil Mercedaria, nacional y zonal, y luego se genera un grupo juvenil animado por Ricardo Yañez y Pablo Ordoñe que en ese momento era hermano estudiante. 

Después participamos invitados por el colegio Santa Cruz de una colonia en el partido de Tigre. Probamos diferentes acciones  y se decide en los colegios realizar una colonia entre los dos institutos mercedarios siendo el padre Carlos Gomez y Miriam Kapusi los representantes legales en ese momento. Así fue que llegamos a realizar la primera edición de la colonia “Sonrisa de Elefante”. Contó con la participación de 25 alumnos de los dos colegios y alrededor de 70 chicos anotados por Cáritas de la Parroquia Nuestra Señora de la Merced. También sumaron su aporte docentes, directivos de los dos colegios y madres del colegio Padre Marquez  como voluntarias para cocinar. Fue una experiencia transformadora para todos los que participamos.

Desde un primer momento el proyecto era integrar el trabajo solidario de dos obras de la Orden de la Merced. La iniciativa tenía dos destinatarios: por un lado principalmente los chicos de los barrios cercanos a Ranelagh, ofreciéndoles unos días distintos, con trabajos de promoción social, aprendizajes en salud, compañerismo, huerta, juegos; y por otro lado los alumnos de los colegios mercedarios, brindándoles la oportunidad de esta experiencia para que generen empatía, nuevas miradas, compromisos con el otro y vivir plenamente el carisma mercedario.

Desde entonces, la colonia durante diez días del mes de febrero comparte el día con los chicos del barrio desde las 9 hasta las 17hs. Tiene desayuno, almuerzo y merienda. Durante el transcurso de los días se realizan una gran variedad de actividades que apuntan, aparte de divertir, a generar conciencia en cuidado del ambiente y de la salud, trabajo en equipo, solidario y comunitario, deportes, reflexión, cantos, cuentos, todos apuntando al compromiso con el otro, a la empatía. Entre otras tantas cosas también jugar con alegría. 

Luego de las 17, los alumnos y ex-alumnos trabajan en la reflexión y formación pastoral carismática. Además, evalúan y planifican el próximo día. Pero eso no es todo. Durante todo el año se trabaja para la Colonia. Se realizan Kermesses, obras de teatro y otras campañas para recaudar dinero y donaciones. También actividades y reuniones de formación, dos campamentos, el de iniciación y el taller y un encuentro de egresados.

El tiempo pasó y el proyecto creció, llegando a convertirse en uno de aprendizaje servicio solidario de las dos escuelas. En este momento pienso en los primeros días, e increíblemente llegar a 30 colonias no estaba ni en los planes de nadie, salvo en los del Buen Dios. Esto es principalmente por su acompañamiento y el de nuestra Madre de la Merced que sigue adelante. 

Aparte de los ya nombrados docentes o autoridades de los colegios, se da la participación de muchos alumnos, ex alumnos, docentes, directivos, religiosos de la Orden, Acción Mercedaria, quienes cocina-colaboran y voluntarios de otros colegios mercedarios (que también ayudaron en algunas ediciones).  Así fueron tantas las personas que pasaron… y sin su grano de arena no estaríamos hoy hablando de ello.  Por todos los ex alumnos que se jugaron su vida y a su vez su vida fue transformada. Creo que a muchos nos cambió, ratificó la vocación o por lo menos nos ayudó a ver la vida en otra sintonía. Por los que tomaron la posta de la coordinación y los directores de pastoral de ambas escuelas.

Sin dudas esta experiencia cambió mi vida, mi forma de pensar, de sentir. Marcó mi historia familiar, de fe, y hace que hoy en día esté viviendo la vocación en el colegio.

La colonia me dio la mayoría de mis amigos. En esta actividad pude vivir la Libertad, pero no solo mía sino también la de otros, una libertad compartida y comprometida con los demás.

Aprendí que jugar es cosa sería y que uno no puede ser feliz si no lo son los que viven alrededor. En esta búsqueda de cambiar el mundo fui yo el que cambió y creo que a la mayoría de los participantes les pasó algo similar.

Buscamos vivir plenamente el carisma y las enseñanzas de Pedro Nolasco, ser sensibles a las cautividades de nuestros días y actuar en comunidad.

Nos dio una nueva mirada, un nuevo corazón y seguramente recibimos mucho más de lo que aportamos.

Ojalá que todos los alumnos que participen este año y quienes se sigan sumando logren esta sintonía coloniera, esta manera de mirar a través del corazón de Cristo Redentor. Y que luego puedan llevarlo al día a día de su vida.

Para terminar una aclaración: no quise nombrar a todas las personas, que son muchas e importantes, que hicieron que Sonrisa tenga tanta vida compartida y repartida.

Pero no puedo terminar sin nombrar a dos que estuvieron desde el inicio, puntales importantísimos y que nos siguen acompañando, sin dudas, en cada esfuerzo y proyecto. Santiago Lorenzatti (alma y voz del proyecto) y Gabriela Contartese (mirada y sonrisa atenta y que hasta el día de hoy sus hermanos acompañan con los calcos e impresiones). Para ellos y para todos los colonieros, mi corazón agradecido.