Lugar de encuentro con la Misericordia de Dios

La Hospedería del Convento es un espacio de retiro, oración, encuentros y reflexión. Está ubicada en la zona norte de Córdoba capital, muy cerca de las sierras chicas. Para un gran número de personas y particularmente para los miembros de la familia mercedaria en Argentina, representa un lugar de significativa importancia por ser el sitio donde se vivencian profundas experiencias. Por eso es un lugar lleno de vida e historias. 

Junto al “equipo anfitrión” de la Hospedería, formado por Aldo Cúccaro; Patricia Vega, Araceli Ávalos y Sergio “Chino” Castillo, nos adentramos en esta casa de los frailes de La Merced. Con el correr de los años este lugar ha pasado por diversas etapas que fueron definiendo su servicio:

“Para ofrecer el gesto de recibir a las personas y brindar un espacio apropiado para la oración, retiros y encuentros, se fueron adaptando las instalaciones del antiguo seminario para recibir y hospedar a distintos grupos pertenecientes a la Orden y a otras congregaciones religiosas y laicos. Son conocidos y recordados los encuentros de formación franciscana a nivel latinoamericano que ocupaban todas las instalaciones durante el mes de Enero, en los noventa y por más de una década.

Un punto de inflexión ha sido la preocupación de la Orden por potenciar y optimizar los recursos edilicios y humanos para un mayor servicio en la misión compartida. Con ese objetivo, en el año 2010 se llevó adelante una gran reforma edilicia en la Hospedería del Convento, reestructurando y poniendo en valor las instalaciones para una mejor propuesta.

Se buscó también que pudiera ser un medio de recursos para sostener la Casa de Formación y las actividades pastorales de las comunidades mercedarias. 

La hospedería responde al carisma propio de la espiritualidad mercedaria:el llamado que sintió y al cual respondió San Pedro Nolasco es la misericordia, que se expresa de manera concreta en gestos de hospitalidad. Como en aquel primer hospital de Santa Eulalia, muchos hombres y mujeres apasionados e inquietos continuaron su camino a lo largo de la historia, y hoy son testimonio de la presencia de la Orden de la Merced en el mundo.

También hoy la Hospedería quiere ser hoy un HOSPITAL con perfil de hospedaje, hogar y taller donde vive y trabaja la familia de la Merced para dar cabida a todos los cautivos. Debe hospedar a todos, especialmente a pobres, enfermos y peregrinos. Debe ser un lugar de encuentro con la Misericordia de Dios para curar humanidades heridas”.

Seguramente muchos de quienes han pasado por esta casa reconocen los rostros, los nombres o los gestos silenciosos de Aldo, Patricia, Araceli y Chino. La mayoría de las veces “en el detrás de escena”, limpian, cocinan, arreglan y gestionan todo para que la experiencia de los huéspedes propicie el encuentro con Dios y con los hermanos.  

Ellos sostienen: “Como equipo de Hospedería del Convento León XIII nos sentimos parte de la misión compartida con los hermanos y tantos laicos a través del tiempo.

Consideramos y experimentamos nuestra tarea en la hospedería, como un trabajo que es un servicio y hospitalidad para quienes nos visitan, especialmente para con los hermanos de la Orden. De ellos recibimos gestos de cordialidad, buen trato, calidad humana, fraternidad, que nos hacen sentir parte de su familia y su misión. Esto fortalece nuestro sentido de pertenencia, cariño y respeto por cada hermano. Los frailes disfrutan de estar en la hospedería y siempre en lo posible intentamos devolver su generosidad con gestos de especial y delicada atención, cuidando de cada uno en sus gustos y necesidades a modo de cariño fraterno.

De algunos de los frailes y laicos que vienen habitualmente ya conocemos qué comidas les gustan, si alguno lleva una dieta especial, o si tienen algún lugar favorito de la casa. Con los grupos que llegan intentamos compartir el carisma de la Orden y replicar la experiencia fraterna a que los hermanos nos tienen acostumbrados. La búsqueda es que todo aquel que llegue a la hospedería del convento León XIII y Virgen de la Merced no se vaya sin llevarse alguna experiencia de la Misericordia de Dios”.