La Cantoría de la Merced cumple 20 años

El 5 de Marzo de 2004 inició su camino este espacio de servicio para la liberación y la visita a través del arte. Con la música como canal de encuentro, la Cantoría de la Merced es una referencia en ámbitos culturales y religiosos, y hoy está celebrando el vigésimo aniversario de su creación.

Para reconocer, valorar y celebrar este aporte cultural de la Merced, convocamos a su director, Santiago Ruiz, quien nos ofrece un recorrido por el origen, el camino  transitado y el presente de la Cantoría.

“La Cantoría de la Merced está integrada por personas desde los 18 años de edad, con un profundo amor por la música, el canto coral y el trabajo en equipo. A lo largo de nuestra historia algunas de esas personas cursaban o habían cursado algún tipo de estudio musical o de canto, y muchas otras, la mayoría, no.

Cada año tenemos una agenda de conciertos diferente pero muy nutrida: desde presentaciones artísticas para introducir la Semana Santa, conciertos solidarios como Música para Abrigar o Música para Abrazar, encuentros corales organizados desde la Cantoría con un coro invitado por fecha (CORAM SUMUS – Nos encontramos), conciertos en Festivales y Concursos Nacionales e Internacionales, conciertos en reuniones académicas específicas (Simposio Internacional, Congresos Corales, Foros Corales, Jornadas Nacionales de Directores de Coros), proyectos y conciertos específicos con Orquestas. Además, cada 22 de diciembre, el concierto de fin de temporada llamado “Lo que se nos canta”, donde la Cantoría vota su repertorio preferido del año y desde allí se construye esa última presentación. 

¿Cómo surge la idea de una Cantoría?

La Cantoría de la Merced surge a comienzos de 2004, presentando al padre Pablo Ordoñe el proyecto de creación de un espacio cultural, para exploración de repertorios corales sacros y profanos, integrado por personas con un perfil musical y humano que promoviera el construir un espacio de mucha entrega al servicio de la música y de la conformación de un grupo sano, productivo y que pudiera hacer llegar a diferentes escenarios estratégicos un repertorio transformador y con un mensaje de belleza y promoción humana.

La inquietud inicial era construir un espacio que pudiera constituirse en referente de una manera de encarar el arte y la actividad coral en el marco de una institución religiosa, incorporando sus valores en torno a la Libertad, la visita, los nuevos lenguajes y las nuevas cautividades, y llegando a la vida de muchas personas desde lo verdadero, bello y amoroso que se manifiesta en el trabajo coral.

También desde el inicio la idea que conversamos fue la de construir una “Schola Cantorum”, es decir un espacio donde gradualmente y desde la niñez pudiera formarse con estos valores y en el canto coral a generaciones. Por eso a los pocos años de fundarse la Cantoría comenzaron propuestas para generar una “Pequeña Cantoría” luego Coro de Niños de la Cantoría de la Merced, y también una Cantoría Juvenil de la Merced. 

Las primeras personas que integraron la Cantoría se incorporaron mediante audición en Febrero de 2004. Algunas de ellas pertenecían al Coro Yobel, que era en ese momento el coro de la Arquidiócesis de Córdoba y que justamente hasta ese año había ensayado en la Basílica de la Merced y había comenzado a explorar otros repertorios religiosos fuera de lo litúrgico.

Cada uno de estos 20 años han sido para la Cantoría de la Merced una continuidad con el compromiso inicial y a su vez una fuente de novedades. Ha habido un crecimiento de muchas personas que han nutrido con su vida misma el proyecto desde hace ya muchos años y también siempre la incorporación de nuevas personas que iluminan con su presencia el espacio compartido.

Nuevos lenguajes, para otros públicos

La visión del Padre Pablo de apostar al lenguaje del arte y del canto coral para visitar y transformar, en valores profundamente cristianos aunque no precisen explicitarse y que a su vez incluyan a personas de las más diversas proveniencias religiosas o espirituales, ha permitido consolidar un grupo que, si bien ha ido cambiando con el correr de estos 20 años, siempre ha reflejado un amor sincero por el prójimo, un respeto enorme por la diversidad, una valoración del aporte de cada integrante y una gratitud constante por la pertenencia al espacio.

Y todo este trabajo “hacia adentro” se ha podido transmitir desde el comienzo al público, que recibe nuestros conciertos con igual amor con el que lo presentamos. Y realmente se produce un feedback que nos renueva el entusiasmo constantemente y nos da alegría para seguir afrontando desafíos y proyectos.

 La experiencia de libertad desde el arte

Sin duda ha sido uno de los procesos principales para mi como director el ir descubriendo cómo los valores que iba conociendo de la Orden de la Merced eran totalmente compatibles con la realidad de la vivencia que teníamos y que queríamos profundizar: cada ensayo/encuentro reúne a personas que estamos atravesadas por un montón de “cautividades” y “prisiones” personales o de las realidades que estamos atravesando. 

A cada ensayo por la nochecita llegamos personas cansadas, a veces después de un día difícil o con problemas que nos agobian, y el propio encuentro, el ensayo de músicas en equipo, y poner nuestras voces a vibrar conjuntamente realmente es una experiencia que libera nuestra mente y nuestro corazón en un nivel muy profundo, que nos permite reconocernos profundamente humanos, hermanos y hermanas, de una manera muy sorprendente y especial.

Y esa vivencia es realmente multiplicada en los conciertos, verdaderas oportunidades de “visitar cautividades” de quienes se acercan, sin decir una palabra al respecto y simplemente demostrando cómo el arte en sí mismo puede ser una herramienta sublime para conectarnos con una realidad muy profunda que nos trasciende. 

Desde aquella primera charla con el Padre Pablo quedó claro que la visión antropológica del espacio era también importante, que todo hombre y mujer tiene una gran riqueza y mucha más cosas en común que diferencias a la hora de conformar un equipo. Esto ha permitido realmente unificar de manera profunda visiones aparentemente “opuestas” de la vida o incluso de la fe. Y nuevamente, sin decir demasiadas palabras explícitas al respecto, ha sido la música y el trabajo coral lleno de amor y dedicación, el que ha permitido consolidar una sincera unidad, en casi todo momento libre de conflictos serios por 20 años ya.

Recuerdos del primer encuentro

El primer ensayo fue el 5 de Marzo de 2004, a las 19:30hs. Nos reunimos en la tras sacristía de la Basílica, donde ensayamos la mayoría de las veces desde entonces. Y hay una acta de todos los ensayos de esos primeros años, práctica que hemos recuperado: allí consta quiénes estaban ese ensayo, qué obras cantamos y si se habló u organizó alguna otra cuestión en particular. 

Ese día conversamos sobre muchos proyectos para ese año (se destacaba el estreno argentino de la MISA CUBANA a la Virgen de la Caridad del Cobre, para Septiembre, con Jairo como solista) y sobre todo se comenzó a ensayar, a dejar que la música y el proceso de armarla en conjunto, fuera el modelo de entrega que nos permitiera construir generosamente. Y así ha sido desde entonces.

Si bien siempre planeamos y apostamos al futuro la clave fue que cuidamos cada ensayo con mucho amor y respeto. Nunca el objetivo fue lograr muchas de las cosas que hoy nos resultarían increíbles (como dos giras a Europa, participación en eventos internacionales, grabaciones, más de 15 premios internacionales, etc). Esos fueron regalos especiales y hermosos, pero siempre hubo algo más importante, valioso y cotidiano: el encuentro en torno a las músicas que nos esperan, para trabajarlas, prepararlas en equipo y compartirlas con amor y dedicación sincera».