Huerta Comunitaria en Tucumán

Jóvenes de la Merced en Tucumán llevan adelante este espacio de encuentro, contemplación, trabajo y aprendizaje. Las tareas de la huerta involucran además a los mayores y a chicos y chicas de la parroquia San Pedro Nolasco.

Recorremos la huerta y conocemos más sobre su funcionamiento con Florencia Banegas, responsable del proyecto. Ella es Técnica Agropecuaria y docente universitaria. 

¿Qué es el Proyecto Huerta?

El proyecto de Huerta es un espacio destinado a compartir y cuidar la Casa Común, llamándonos a reflexionar sobre lo inmediato de lo cotidiano y procesos que no tenemos presentes, como la obtención de vegetales; el cuidado de la tierra; la diversidad; la variabilidad. Nosotros nos reunimos y compartimos ese espacio, que no es solamente ir y trabajar la tierra, sino también contemplar la Creación y ser conscientes de que muchas veces lo que nosotros llamamos basura en realidad no lo es.

 ¿Cómo surge la iniciativa?

Surge como una respuesta a la inquietud de la comunidad de la parroquia San Pedro Nolasco. Durante el tiempo de pandemia empezó a resonar la pregunta sobre qué se hacía con todos los residuos orgánicos que sobraban diariamente del comedor, ¿por qué tirarlos? Entonces los chicos proponen separar esos residuos y empezar a compostar en la parroquia, y fuimos generando un compost. Luego surge la idea de tener una pequeña huerta, junto con el hermano Roque y los jóvenes, para poder aprovechar el compost y cultivar los propios alimentos. Pero no tenían un espacio propio para la huerta en sí, porque al fin y al cabo ese espacio era el jardín de la parroquia. Luego de charlarlo mucho entre Analía y el padre José Luis surge la idea de proponer un espacio para que los chicos puedan tener la huerta. Este proyecto funciona en el predio del tanque del barrio, con el objetivo de utilizar el compost para poder cultivar la tierra.

 ¿Quiénes participan en el proyecto?

 Actualmente participan jóvenes en su mayoría, pero el proyecto está abierto a toda la
comunidad.

¿Cómo funciona?

Nosotros nos juntamos los viernes a la tarde y los sábados a la mañana, y yo voy en la semana para ver el tema del riego ya alguna otra cosita que quedó pendiente en la semana. A la tarde compartimos la merienda y en estos días de mucho calor aprovechamos para trabajar al aire libre, desmalezamos, sembramos, cosechamos. Los sábados a la mañana es más bajo techo por el calor: armamos almácigos, planificamos la huerta, vemos futuros proyectos o ideas, vemos que tenemos en la huerta para cocinar y hacemos el almuerzo con los recursos de la huerta.

¿Cuál es la experiencia de las personas que participan del espacio?

La experiencia es hacer cosas fuera de lo cotidiano, poder vivir el proceso, descubrir nuevos sabores, salir de la rutina de las frutas y verduras “clásicas” y poder disfrutar la variabilidad. También poder observar el proceso, entender que todo está relacionado con todo. Que no basta con solo separar los residuos, pero que es un paso importante. Y también la experiencia de aprendizaje, no solo en la parte técnica sino en la constancia, la importancia del trabajo en equipo. Es un espacio donde nos encontramos sin ninguna clase de prejuicios, la idea es compartir y aprender.

 ¿Te acordás de alguna anécdota que quieras compartir?

¡¡¡Si !!! una vez estábamos hartos del pasto, y uno de los chicos sugirió aplicar un herbicida ¡matarlo ya!. Y me resonó esa respuesta de cómo estamos acostumbrados a buscar la inmediatez.

Otra anécdota es cuando sembramos rabanito y los chicos no lo conocían y lo probaron por primera vez. A algunos les gustó, a otros no tanto porque les pareció picante. Después vieron la manera de prepararlos.

 ¿Vos cómo llegaste a ese espacio?

Ya llegué a este espacio por medio de la de la parroquia, al principio hice la confirmación ahí, después entré al grupo juvenil, más tarde fui parte de la comunidad animadora local y luego de la comunidad animadora juvenil mercedaria. Y por último me involucré en la catequesis. Yo estudié agronomía, y surgió esta idea de armar la huerta a través de la invitación que me hizo el padre José Luis y Analía para formar parte del equipo.

 ¿Qué representa para vos este servicio?

Este servicio para mí representa la fusión de mis dos amores o pasiones, por un lado, la pasión por la naturaleza y todo lo que implica en ella: cultivar y trabajar la tierra, la autosuficiencia, la soberanía alimentaria, a pesar de todas las complicaciones que lleva. Y por otro lado mi amor hacia Dios, poder descubrir su presencia en la Creación y tener la bendición de contemplarlo. Poder brindar este servicio y hacer el nexo entre la agronomía y el cuidado de la Casa Común con la impronta del carisma mercedario. 

 ¿Qué es lo más lindo del proyecto y cuáles son las mayores dificultades?

Lo más lindo del proyecto es aprender día a día cosas nuevas sobre la naturaleza, asombrarnos constantemente, descubrir sus tiempos… Una vez leí en un libro: “En un mundo de inmediateces, tener una huerta es un acto revolucionario”. Estamos tan acostumbrados al inmediato, al ya, que nos olvidamos el proceso y lo que implica. Nuestra mayor dificultad es esa, estar acostumbrados a comprar en la verdulería lo que queremos consumir en el momento y olvidarnos del proceso. ¡Si! el proceso es complicado, hay hierbas no deseadas mal llamadas malezas, variabilidad genética, no es todo homogéneo, a veces se nos complica ya sea por falta de riego o por falta de sol o también por exceso, o algún bichito que se comió toda la verdura, lo que implica volver a empezar. Y ese es el gran desafío, volver a sembrar, pero la cosecha vale la pena.