Nuevas generaciones de vida consagrada

La Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos realizó la quinta edición del congreso que reúne a religiosos y religiosas jóvenes. Por La Merced Argentina estuvo presente Fray Carlos Nieto.

El V Congreso de Nuevas Generaciones de Vida Religiosa Consagrada se llevó a cabo entre el 8 y 10 de marzo en la Ciudad de Quito, Ecuador.  Se trata de una iniciativa de la Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Religiosos (CLAR).

Motivados por el Horizonte Inspirador de la CLAR -Las Mujeres del Alba-  108 religiosas y religiosos de 20 países de nuestro continente trabajaron y reflexionaron sobre la sinodalidad como camino de esperanza, bajo el lema: «Nuevas Generaciones, la esperanza despunta ya». 

Fray Carlos Nieto es un mercedario en etapa de formación inicial; actualmente se encuentra realizando su experiencia pastoral en la comunidad de Ranelagh. Permanecerá allí hasta su Profesión de Votos Solemnes, programada para el próximo 8 de septiembre. Como representante de la Orden en Argentina, participó del Congreso de Nuevas Generaciones con enorme entusiasmo.

“Esta experiencia fue realmente significativa por la riqueza que genera el intercambio cultural y la posibilidad de generar nuevas síntesis que nos permiten fortalecer nuestra vocación como religiosos consagrados y como portadores de un carisma específico en la Iglesia”, dijo a su regreso.

El evento encendió la esperanza de los religiosos más jóvenes, que recibieron e hicieron propio el envío misionero para contarles a todos lo que han visto y oído. En palabras de Fr. Carlos: “las Nuevas Generaciones de Religiosos están verdaderamente esperanzadas por las relaciones eclesiales que genera la sinodalidad en la vida cotidiana del Pueblo de Dios.” Este modo de caminar juntos abre posibilidades “para que cada uno aporte con autenticidad su propio don en una Iglesia con lugar para todos”.

“La Palabra de Dios nos interpela a todos a comprometernos en la transformación en los escenarios y lugares de inserción más vulnerables: Nadie suelta la mano de nadie”. Esta certeza sostiene la vida religiosa comunitaria.  

“Coincidimos en que debemos ser radicalmente hermanos en el Señor con el propósito de que la voz de todos resuene en la defensa de la vida, la tierra y las causas del Reino”.