La Fraternidad Juvenil Mercedaria concluye un importante ciclo misionero que durante tres años convocó a los jóvenes mercedarios del país para vivir unidos una semana de servicio redentor.
Desde las distintas presencias de la familia mercedaria en Argentina, jóvenes de entre 16 y 28 años, junto a los frailes, postulantes, laicos y laicas en los equipos de servicio se congregaron en el Convento Máximo de San Lorenzo Mártir – Basílica de la Merced. Participaron de oraciones, animación, momentos de formación y activo servicio a nuestros hermanos en distintas realidades.
Fueron días de encuentro fraterno que ayudaron a profundizar en el carisma de La Merced desde la reflexión y la acción. Diariamente visitaron casa por casa a las familias de barrio Bajo Yapeyú y ofrecieron encuentros y talleres para las personas de la comunidad de la capilla Santa María Magdalena. También en el centro de la ciudad colaboraron con las tareas cotidianas del Desayunador Madre Tránsito de la Fundación Huellas de San Alejo y fueron parte del equipo de voluntarios del Mesón Callejero Merced de los Maitines que los días domingos sirve la cena a personas que se encuentran en situación de Calle.
Los jóvenes misioneros llegaron desde las comunidades mercedarias de Tucumán, Mendoza, Ranelagh, Caballito, León XIII, Maipú, y Córdoba. Participaron de profundos momentos orantes desde donde salir a la misión y luego regresar para presentar al Señor y Nuestra Madre todos los rostros, las historias, las situaciones vividas en cada encuentro.
Uno de los espacios de formación fue llevado adelante por los frailes mercedarios Carlos Nieto y Matías Andino. Propusieron la temática «La visita, una característica de Dios». Otro de los encuentros fue sobre escucha activa, con el Hno. Omar Casas, franciscano seglar, quien está a cargo del Desayunador Madre Tránsito. Y también el padre Melchor López, Vicario de los Pobres en la Arquidiócesis de Córdoba habló sobre «Piedad, mística y pastoral popular».
Florencia Getar participa desde la comunidad de la parroquia San Pedro Nolasco de Tucumán y es miembro de CAJUMER, Comunidad Anmadora Juvenil Mercedaria. Aquí comparte su testimonio y reflexión sobre los días de esta STM 2024 y el cierre del ciclo en Córdoba.
“Se cierran tres años donde dejamos todo, donde el pobre, el aislado y el necesitado de Córdoba fueron protagonistas en los jóvenes de La Merced. Se van estos años vividos en esta comunidad, pero en ella quedan los momentos, las risas y las lágrimas. Jesús nos invita a seguir caminando y abrazar las distintas realidades.
El espíritu misionero, de entrega y amor, se hace presente en cada uno de los jovenes mercedarios que participaron en estos tres años, dejando tintes rojos y amarillos en cada lugar que estuvimos, en cada gesto entregado al servicio de los hermanos más necesitados.
Después de una pandemia, nos RE-encontramos como FJM, soñando seguir con nuestra habitual Semana De Trabajo Mercedario, y el lugar que nos invitó a recorrer Nuestro Señor, fueron las calles de Barrio Bajo Yapeyú, extender nuestra mesa para todos, y mirar a los ojos, cara a cara, a cada hermano que conocimos.
Nos llevamos muchas historias recogidas, muchos rostros, y un corazón conmovido, dispuesto a entregarse para dar una luz de esperanza a todo aquel que lo necesite. La Merced nos une y nos convoca a salir al encuentro, despojarnos de todo, para encontrarnos con Jesús, ese Jesús en el otro.
Y para cerrar, la misión no solo queda en esta semana compartida. Es una elección de vida, del día a día. Al terminar una pregunta que resuena es ¿Y ahora qué? y el desafío que siempre uno se lleva al terminar una semana tan cargada de emociones, es cómo plasmar todo lo vivido a la comunidad, para seguir creciendo, como joven mercedario.
Recemos para que el Espíritu nos guíe hacia el próximo lugar de misión, y que una vez más, los jóvenes nos volvamos a encontrar para salir a anunciar”.
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