Hna. Natalia Rojo Belarde, Mercedaria de la Caridad, es oriunda de Mendoza. Desde el año 2022 luego del Capítulo General vive en Roma, sirviendo como Consejera y Secretaria General de la Congregación.
En este texto nos relata cómo se vivió la despedida del Papa Francisco en el Vaticano, y reflexiona sobre el significativo camino pastoral que el Santo Padre nos legó, especialmente como mercedarios.
“Soy Natalia Rojo Belarde, Mercedaria de la Caridad, desde el año 2022 estoy viviendo en Roma. El poder estar presente estos días del fallecimiento del Papa francisco ha sido un regalo, una oportunidad que vivo desde el agradecimiento. Por ello quería compartirles lo que fui percibiendo y experimentando en estos días de la octava de Pascua, que se vieron irrumpidos y transformados con la noticia de la muerte del Papa Francisco.
Toda la semana estuvimos conectadas con su presencia resucitada que, por un lado sorprendía por tanta vida, por la huella que ha dejado en la vida de tantos y a la vez se sentía la tristeza de la pérdida, como si alguien significativo de tu vida hubiera partido. Una mezcla de sentimientos. Por un lado sentir la orfandad de que alguien tan de todos parecía que ya no estaba cerca, pero a la vez, sentíamos que nos acompañaba, que nos resonaban sus palabras alentándonos, que nos dejaba un legado y un camino a recorrer.
Poder percibir el cariño de tantos queriendo manifestar su último adiós al Papa Francisco era impresionante, veíamos niños, adultos, adolescentes y jóvenes, muchos de ellos que habían venido a celebrar el jubileo de los adolescentes, que se acercaban para manifestar con un pequeño gesto el cariño a Francisco y lo que ha significado para sus vidas.
Por otro lado, los que estuvimos estos días en Roma, sentíamos que estábamos presentes en un momento histórico de la humanidad, un momento que será recordado para siempre y nosotros estábamos ahí para dar fe de lo que hemos visto y oído. Ver colas interminables de muchas horas de esperas, que se hacían con la convicción de que valía la pena y que se quería estar presente, que queríamos estar ahí junto a Francisco y agradecer su entrega, su testimonio de una vida bien vivida que se gasta y se ofrece.
Para mí Francisco no fue solo un líder religioso; fue y será un faro de esperanza en un mundo fragmentado. A través de sus palabras y gestos, nos ha mostrado el amor de Dios priorizando la misericordia, la paz, la justicia social y el diálogo interreligioso. Su misión, desde su nombre FRANCISCO, fue un llamado a vivir los valores del Evangelio con corazón, pasión y coherencia colocando la mira en los últimos, en los descartados.
Al contemplarlo el día de Pascua impartiendo la bendición Urbi et Orbi y recorriendo la Plaza de San Pedro hasta el final bendiciendo a niños, me dejó el sabor de despedida y a la vez de misión cumplida. Ese día casi no lograba expresarse, solo decirnos pocas frases, pero sus gestos nos comunicaron tanta vida, entrega y la fuerza de la resurrección.
En su último mensaje nos urgía a la paz en el mundo, nos decía: “Quisiera que volviéramos a esperar en que la paz es posible. Allí donde no hay libertad religiosa o libertad de pensamiento y de palabra, ni respeto de las opiniones ajenas, la paz no es posible”.
La luz de la Pascua nos invita a derribar las barreras que crean división y están cargadas de consecuencias políticas y económicas. Nos invita a hacernos cargo los unos de los otros, a acrecentar la solidaridad recíproca, a esforzarnos por favorecer el desarrollo integral de cada persona humana. Por ello decía… “ayudar a los necesitados, combatir el hambre y promover iniciativas que impulsen el desarrollo. Estas son las “armas” de la paz: las que construyen el futuro, en lugar de sembrar muerte”.
El Papa Francisco no propuso valores abstractos, sino un estilo de vida evangélico gestual. Hagan lío, sean PROTAGONISTAS les decía a los jóvenes en Rio de Janeiro en la JMJ y en Portugal nos abrazaba a Todos, Todos y Todos haciendo visible la misericordia de Dios. Su legado nos desafía: ¿Seremos constructores de puentes o seguiremos balconeando la vida? Pastor con olor a oveja su estilo cercano y sincero nos humaniza. Nos muestra un camino a seguir en medio de la realidad actual para que podamos continuar su legado ahí donde estamos siendo como Francisco presencia cercana en medio de nuestro pueblo, viviendo desde nuestro Carisma Mercedario en el compromiso con los más pobres”.
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