Con la fiesta patronal de Nuestra Señora del Carmen, concluyó una nueva misión mercedaria en el barrio Nueva Esperanza de Capiata, Paraguay. Por tercer año consecutivo y cerrando un ciclo, los misioneros argentinos se hicieron presente durante los días de la novena.
El programa organizado por la comunidad local, incluyó diferentes temáticas para profundizar en cada jornada, se invitó a los distintos grupos locales a participar, y se propuso una ofrenda para compartir con los más necesitados: yerba, azúcar, aceite y alimentos en conservas.
Los laicos y religiosos de La Merced sumaron visitas a las familias, bendición de hogares, taller bíblico, encuentros con jóvenes y niños. Cada día participaron con la celebración eucarística y el rezo del rosario comunitario.
En el taller bíblico, se profundizó en la cultura guaraní y su mitología para beber de la fuente de la sabiduría popular, y encontrar allí las semillas del Evangelio Encarnado. En cada encuentro se celebró la Palabra de Dios hecha carne, tierra y pueblo guaraní.
La noche antes del día de la Virgen, en la víspera de la celebración de Nuestra Señora del Carmen se realizó la serenata a Nuestra Madre: “Tuvimos presentaciones de danzas folklóricas paraguayas realizadas por niñas y niños de la comunidad del Carmen; –nos cuenta fr. Marcelo Hidalgo- Los jóvenes de la capilla de Caacupé mí presentaron una obra de teatro sobre la vulnerabilidad de los jóvenes; también hubo danzas folclóricas argentinas animadas por el equipo misionero argentino; danzas típicas colombianas animadas por el P. Saúl, Doble H Lumínico y LKS interpretaron canciones religiosas de la autoría de Doble H. Luego animaron con freestyle, improvisaciones tomadas de palabras y elementos que el público presente les decía. Y se sumó en el freestyle el joven misionero paraguayo Esteban que con gran entusiasmo fue incorporando relatos y experiencias con la comunidad en los días de misión en Nueva Esperanza. El gran show lo dio Qadash, una banda juvenil de música y animación religiosa que nos motivaron a bailar y cantar juntos. Luego continuó el baile con música variada para todas las familias reunidas. Además la comunidad estuvo ofreciendo empanadas de mandioca y mbeju para todos. A las 12hs le cantamos a María del Carmen y tiraron fuegos artificiales para honrarla. Concluimos con una oración de consagración y el corazón lleno de júbilo y alegría”.
El día 16 de julio, en la fiesta del Carmen, se invitó a una pancheada para los niños y las familias del asentamiento durante el mediodía. A las 16 tuvo lugar la procesión por las calles del pueblo con la imagen de la Patrona. En el camino junto a Nuestra Madre se hizo la bendición de los hogares mientras avanzaban con oraciones y cantos de animación a María. A las 19 ya en la capilla tuvo lugar el rezo del rosario y la santa misa.
Desde la comunidad Nueva Esperanza, Esteban Benitez, destaca que esta misión le deja el impulso de “hacer que los jóvenes y la gente del barrio pueda llevar la palabra de Dios, acercarse a la capilla, la experiencia de que jóvenes como nosotros podemos ir a misionar, visitar las casas… A veces necesitamos un empujoncito para poder hacerlo”.
Anibal Medina compartió los tres años con los misioneros mercedarios. “Me queda mucha experiencia, el compartir con los jóvenes, con los padres de familia, llevar e invitar a conocer la Palabra de Dios.
Alex y Paola agradecen por la nuevas amistades y cuentan que aprendieron muchas cosas en esta misión: sobre la sabiduría popular y el Evangelio, sobre la trata de personas, la experiencia de visitar las casas y llevar la Palabra de Dios a quienes no lo conocen. Identifican que ser jóvenes mercedarios implica escuchar siempre a los demás, intentando atenderles, llevándoles el amor de Dios.
Iara y Gabriela pertenecen a la comunidad Virgen de Fátima y participaron de la misión. Dicen que conocieron a mucha gente buena, y que les queda en el corazón la experiencia del amor de Jesús en las personas. Sostienen que la identidad de La Merced es “ser jóvenes libres, ser luz para el mundo y anunciar la libertad”.
Luisa también acompañó esta misión en su comunidad desde el inicio: “Doy gracias a Dios por pertenecer a la misión mercedaria. En estos tres años aprendí a conocer más a los jóvenes, y recibí el conocimiento que nos traen de la Palabra de Dios. recibimos el amor que nos ofrecen todos ustedes que vienen de la Argentina, de todas las comunidades. ¡Muchas gracias!
Hasta un próximo encuentro, queda en el corazón cada momento compartido y la profundidad de la experiencia común.¡María nos envía, en misión compartida y con corazón redentor!
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