Voces de la misión mercedaria en Fortaleza

Con la misa comunitaria del domingo 21 de julio, concluyó la misión mercedaria de invierno en la comunidad de la capilla Inmaculado Corazón de María, del asentamiento Fortaleza en Ypané, Paraguay.

Desde el jueves 18 y hasta el sábado 20, el equipo de laicos, laicas y religiosos de La Merced estuvieron compartiendo con las familias del barrio distintas actividades. Por la mañana visitaron los hogares con bendiciones, y la oportunidad de recibir los sacramentos de la Unción de los Enfermos y Reconciliación.

Por la tarde  y antes de la merienda comunitaria, se ofrecieron juegos y espacios de espiritualidad mercedaria para niños y adolescentes. Como en las anteriores oportunidades, se propuso el Taller Bíblico Mercedario para jóvenes y adultos; y luego la celebración eucarística. 

La experiencia de la visita misionera marca a todos los involucrados, al comunicarse mutuamente el amor y la misericordia de Dios. Es lo que sostienen los testimonios de la reciente misión en Fortaleza:

Lucina de la comunidad Inmaculado Corazónde María, expresa: “Me ha llenado el corazón la sencillez y la entrega total de los misioneros. Creo que la misión es lo máximo que podemos los laicos podemos hacer. Hablar, enseñar, ofrecer a los demás desde la obra redentora. Los mercedarios lo hacen con una entrega y una fe muy profunda. Los quiero mucho a todos y les dejo muchas bendiciones”.

Na (doña) Suny, es la coordinadora en la capilla:Siento como una bendición todo esto que nos traen. Es una gran riqueza lo que nos enseñan hasta desde nuestra propia cultura y mitos que no conocíamos. Siempre con gran humildad y transparencia. 

Me queda en el corazón todo lo vivido, el compartir, el amor que dan todos los misioneros. No hay diferencia en el trato que dan a todas las personas que se acercan. Son auténticos con todos.

Me llena de emoción ver a muchos niños de los que tenemos en la comunidad. Tienen una esperanza de conocer un poquito más al amigo verdadero que es Nuestro Señor Jesús Misericordioso, y que en un futuro estos mismos niños puedan llegar a ser personas de bien, con estudios, ser profesionales, ser mejores cristianos. Que puedan ser personas alejadas de los vicios y de las adicciones que es lo que más nos aqueja en nuestro barrio, en nuestra comunidad.

Creo que ser misionera mercedaria es una bendición total, una Gracia que el mismo Dios me regala, porque a través de la misión aprendo cada día a ser mejor persona, a salir a las visitas en las familias.  A través de esto me doy cuenta que hay mucha necesidad en mi comunidad. Hay mucho trabajo por delante, y como estuvimos compartiendo todos estos días, hay que trabajar más, salir, hacer lo posible y evangelizar, para que la comunidad Inmaculado Corazón de María crezca a través de las personas.

Ustedes que conocen  a los niños seguramente se darán cuenta que hay una enorme necesidad de amor, de comprensión, de diálogo en cada una de sus familias. Y eso es lo que nosotros que quedamos acá ahora tenemos que luchar y seguir los pasos que ustedes nos enseñaron.

Va a ser  una alegría inmensa si retornan en los próximos meses, porque es un apoyo tan grande el que nos dan. ¡Mil gracias de corazón a todos ustedes!”

Desde la comunidad de la parroquia Nuestra Señora de la Merced en Ranelagh, Buenos Aires,  Lorena fue parte de la misión en Fortaleza. Quiere compartir con todos la profunda experiencia de Dios vivida en esta experiencia: “Me encuentro bendecida en este hermoso lugar. Gracias a Dios pude conocer a las personas, me llevo todo el amor que he recibido. Esta comunidad  me recibió como si ya me conocieran, como si ya hubiese venido, como si fuera parte de la familia. 

Sinceramente es bellísimo el aprendizaje que obtuve en estos días, sigo sumando el conocimiento que me ha dado este pueblo. Me llevo a Dios, en la imagen de los rostros de cada uno de los niños, los jóvenes, las señoras que nos acompañaron y todas las familias que nos recibieron. 

Me voy desbordada de amor y de cariño por parte de todos. Me da tanta satisfacción poder ser misionera mercedaria. Doy gracias a Dios y a la Orden de la Merced por haberme permitido vivir esta experiencia. Espero continuar llevando la Palabra de Dios, haciendo conocer a nuestro fundador Pedro Nolasco. Y también la historia de la Orden. 

Estas comunidades son parte de nuestra familia mercedaria porque viven el carisma y lo están sintiendo tanto como nosotros”. 

También Sonia, de la comunidad de la capilla acerca tu testimonio: “Lo que más me ha llenado el corazón de esta misión es verles a todos los misioneros que tienen tanto amor para regalar, que tienen tanto amor en su corazón, tanta transparencia como persona. Eso me encantó. Dan mucho amor, mucha calidez humana. Creo que en sus corazones tienen al Señor. 

Me gustaría también alguna vez tener ese carisma. Me gustaría que nunca terminara eso en ustedes y que siempre vengan por lo menos una vez al año a misionar en nuestra comunidad, porque después de esta visita nos sentimos muy fortalecidos y con una paz interior muy grande.

Es y algo tan lindo lo que se siente estando con los misioneros, y toda la enseñanza que nos dejan. Estoy re agradecida, de corazón. Esta vez pude llegar a confesarme y me siento tan bien porque había mucho no lo hacía. Doy gracias a Dios por conocerles, gracias por todo. Yo no sabía que también era una misionera, la verdad me pone muy feliz que me consideren misionera. Bendiciones y un Dios se lo pague para “mante” para ustedes”.