“Retomar la dimensión misionera de la Orden»

En un nuevo aniversario de la Fundación de la Orden de la Merced, dialogamos con el Maestro General, Fr. Osvaldo Vivar Martínez. Oriundo de México y elegido en 2022 para el servicio como superior mercedario en el mundo, nos ofrece su mirada de pastor sobre la historia, los desafíos actuales y una proyección para el futuro de la Orden.

Padre Osvaldo, cómo se continúa el legado de los primeros mercedarios de 1218 en este tiempo de la historia?

En principio, la exhortación es a mantener una vida solvente a nivel moral y espiritual de todos los religiosos para poder llevar a cabo un mayor y mejor trabajo carismático, realizando con fidelidad la misión redentora de la Orden. 

Asimismo, se procura tener una experiencia profunda con Dios, confirmando la redención personal, que será siempre el impulso para llevar a cabo la redención en el mundo de quienes aún no conocen a Dios, o están alejados de Él”. 

Al asumir este servicio como Maestro General de la Orden has expresado tu deseo y compromiso para ampliar la presencia mercedaria en los continentes ¿Qué pasos se han dado en este último tiempo para la misión en Asia?

“Se está impulsando a los hermanos en misión, particularmente en la India a seguir realizando la evangelización, procurando que la misma,  no solo sea para mantener a quienes ya forman parte de la Iglesia, sino ofertar el evangelio a quienes no son cristianos o no conocen aún a Jesús como el Salvador del mundo; lo cual representa un gran riesgo, teniendo en cuenta que el sistema político y social limita para que se pueda llevar a cabo con libertad la misión redentora. No obstante la dificultad, hay que valorar el trabajo pastoral que van realizando los hermanos. 

El esfuerzo que se hace en la India, se replica en las presencias que tenemos en África, particularmente en Angola, Mozambique, Camerún y también en América Latina. 

Soy un convencido que nuestra presencia en tierra de misión posibilita la realización de nuestro carisma y la consecución  de nuevas vocaciones. Es un objetivo importante tener en cuenta retomar la dimensión misionera de la Orden. Es un hecho que la expansión de la Orden en lugares de misión ha sido y puede seguir siendo una oportunidad de crecimiento de nuestra Institución.

Es también importante seguir impulsando la promoción vocacional, y el acompañamiento de los hermanos que están en proceso de formación en las diferentes etapas formativas, buscando  enriquecer  lo más posible la cultura de la vida consagrada”. 

¿Cómo se proyecta la Orden para el Jubileo de la Redención que viviremos todos en 2033?

“El Jubileo de la Redención es una gran oportunidad para confirmar  nuestro compromiso carismático en la Iglesia, ya que apunta esencialmente a nuestro ser y quehacer: “Siguiendo a San Pedro Nolasco e iluminados por su carisma, los mercedarios creemos que nuestra misión redentora pertenece a la naturaleza de la Orden y la ejercemos en nombre de la  Iglesia, desde una íntima comunicación con Dios y una real encarnación en las necesidades de los hombres.

Para cumplir esta misión, impulsados por la caridad, nos consagramos a Dios con voto particular, llamado de Redención, en virtud del cual prometemos dar la vida como Cristo la dio por nosotros, si fuera necesario, para salvar a los cristianos que se encuentran en extremo peligro de perder la fe, en las nuevas formas de cautividad” (COM 13 y 14).

¿En qué formas se vive la sinodalidad en las diversas realidades de la Merced en el mundo?

“Se está impulsando el fortalecimiento de la fraternidad teniendo en cuenta que somos una gran familia que comparte la misma espiritualidad y la misma misión. Estamos dando pasos para reestructurar nuestra Orden compartiendo esfuerzos en el ámbito formativo y en el trabajo pastoral. En cuanto al ámbito formativo buscamos tener etapas formativas a nivel interprovincial y a nivel provincias intercambiar experiencias del trabajo apostólico”. 

A 806 años de la creación de la Orden, ¿de qué manera la familia mercedaria afianza la misionalidad en los nuevos contextos?

“En primer lugar es muy importante tener en cuenta la cultura de la vida religiosa. Tener en cuenta que somos llamados para construir vida fraterna en comunidad, y desde la fuerza de la fraternidad asumir nuestra misión carismática. 

Hoy en día, sabemos que lamentablemente hay una gran crisis de valores morales  y espirituales en el mundo; desafortunadamente prevalece el individualismo, el subjetivismo, la discriminación, la falta de un testimonio de comunión fraterna. Y justamente por eso, es muy importante dar un testimonio de unión y comunión fraterna que es esencial a la vida religiosa. Si se logra un testimonio de verdadera comunión fraterna, la vida religiosa se convierte en profética, en signo del reino de Dios. 

Una vez que se da el testimonio de comunión fraterna, se puede aprovechar la fuerza de la fraternidad para dar el paso importante de ésta,  en actitud de salida para ir al encuentro de quienes necesitan ser asistidos para la recuperación de la esperanza de vida, particularmente la recuperación de la dignidad humana, la libertad perdida. 

Me parece también importante abrimos a la participación activa de laicos comprometidos en la vivencia  de la espiritualidad y carisma de la Orden. Tengo que agradecer la presencia de un buen número de hermanos laicos que están ya uniéndose con gran entusiasmo en la vida carismática de la Orden en diferentes partes donde nos encontramos presentes”.

¿Cómo continuar siendo testimonio de la misericordia de Dios en cada proyecto y servicio mercedario?

“Demos gracias a Dios por poder ser y vivir la salvación ofrecida por Dios Padre a través de la encarnación de su hijo amado en nuestra humanidad. Tener en cuenta que no basta ser bautizados. Es importante dar testimonio de la fe; porque, nadie puede dar lo que no tiene. 

Es muy importante tener en cuenta que la primera vocación a la que somos llamados es a la santidad, y es a ella a la que debemos poner especial atención. ¡Ojo! Estamos viviendo una terrible crisis de fe. Hay que poner especial atención en vivirla y ofrecerla a través del testimonio de vida. 

Tener los ojos abiertos para descubrir a Jesús que sufre en tantos y tantos hermanos que padecen en el mundo en la gran diversidad de cautividades, es fundamental. Somos y debemos ser signo del amor misericordioso de Dios visitando y liberando a los cristianos cautivos para restituirles su condición de hijos de Dios. Teniendo en cuenta que: “Los mercedarios nos consagramos a Dios fuente de toda santidad, para conseguir la propia santificación por la profesión de los consejos evangélicos. Fieles a los propósitos del Fundador y “por la integridad de la fe, por la caridad para con Dios y el prójimo, por el

Amor a la cruz y por la esperanza de la gloria venidera”, mediante adecuadas obras de misericordia, nos dedicamos a visitar y redimir a los cristianos de las nuevas formas de cautividad, por las que se ven expuestos al abandono de la práctica de la vida cristiana y la pérdida de la fe. Con este fin estamos dispuestos a entregar la vida, si fuere necesario, a imitación del Redentor” (COM 4)”.