Mensaje de Navidad del Superior Provincial

PROVINCIA MERCEDARIA ARGENTINA

ORDEN DE LA MERCED

“Esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2, 12)

«Queridos hermanos y hermanas, a través de éstas sencillas palabras quiero saludarlos en ésta Navidad con el corazón agradecido por la fraternidad y el compromiso con la misión redentora en cada una de las comunidades y presencias mercedarias.

Vivimos tiempos complejos que desafían nuestra fidelidad al Evangelio de Jesús y a nuestro carisma liberador y que exigen una respuesta esperanzadora y humanizadora. Muchos hermanos y hermanas que van siendo excluidos del sistema y que a diario llegan a nuestras comunidades buscando alimento, medicamentos, techo, trabajo y diversas necesidades de las más básicas y elementales. Es preocupante también en nuestra sociedad la naturalización de niveles de violencia cada vez mayores y la dificultad para encontrar canales de diálogo y construir consensos que posibiliten vivir en justicia, paz y amistad social.

En éste contexto nuestra fe cristiana y el misterio de la Navidad nos traen claves fundamentales desde donde alimentar nuestra entrega y servicio.

El misterio de la Encarnación nos recuerda que Dios siempre acorta distancias, asume y abraza por entero nuestra humanidad, haciéndose uno de nosotros en la persona de Jesús. Y no sólo eso, además, llega a nosotros en la fragilidad de un niño necesitado de cuidados y de ternura de manos humanas que María y José supieron brindar. “María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre” (Lc 2, 7). Tanto confía Dios en nosotros que se pone al cuidado de la humanidad. He aquí una hermosa clave que nos enseña el niño Jesús: las manos humanas son capaces de cuidar, de custodiar la vida; las manos, la mente y el corazón humanos son capaces de humanidad, de vida, de ternura, de salvación. Los cristianos somos esencialmente creyentes en Dios y en la humanidad, lo cual nos hace capaces de esperar contra toda esperanza.

Otra clave nos viene dada desde el corazón de los pastores, que supieron vigilar en la intemperie y en la noche y que por esa sabiduría propia de los simples y sencillos fueron envueltos por la luz de la gloria del Señor: “en esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz” (Lc 2, 8-9). Rezo para que, en cada comunidad mercedaria religiosos y laicos, sepamos permanecer como los pastores de Belén, vigilantes en la fe, renovados en la esperanza y activos en la caridad.

Por último, un corazón creyente y en vigilante espera nos regala una mirada nueva, que nos permite reconocer la inmensa cantidad de “señales de vida” que se manifiestan en el compromiso sostenido en el tiempo de tantos hermanos y hermanas que custodian la vida en nuestras comunidades, proyectos sociales, centros educativos y fraternidades. “Esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2, 12). Reconocer éstas señales como familia mercedaria y como sociedad es muy necesario para alimentar la esperanza a las puertas del Jubileo convocado por el Papa Francisco.

Queridos hermanos y hermanas que la Buena Noticia del nacimiento de Jesús nos renueve en la esperanza que no defrauda y nos impulse a seguir ofreciendo nuestras vidas por la libertad y dignidad de toda la humanidad. Que sigamos poniendo nuestros dones al servicio, alegremente dispuestos y en inter ministerialidad redentora. ¡Que Dios en su gran misericordia los bendiga abundantemente y que María Nuestra Madre de la Merced interceda por todos nosotros! ¡Feliz Natividad de Nuestro Señor Jesucristo

Fr. Emilio Fernando Córdoba Martín OdeM

Superior Provincial