San Pedro Armengol en el corazón…

Cercanos a la celebración del día de San Pedro Armengol, hacemos memoria agradecida de lo vivido con la comunidad mercedaria de Gerli, provincia de Buenos Aires. 

El padre Carlos Gómez comparte su sentir al volver a pasar por el corazón esas fecundas páginas de la historia de la Orden de la Merced en Argentina:

“Mirar hacia atrás y ver el camino recorrido, no en lo personal sino de la comunidad, una comunidad religiosa que apostó y apuesta por la libertad, ser familia, ser capaces de sembrar y ver crecer y dar frutos en realidades difíciles sin embargo florecer allí.

Esa es la historia de la Parroquia san Pedro Armengol (Gerli). Se habla de su fundación que fue un 21 de junio de 1942, sin embargo se comenzó a edificar antes con religiosos que venían de Ranelagh y laicos que querían lo mejor para el barrio, la familia y poder poner cimientos de fe, esperanza, amor y compromiso. 

Cómo no hacer memoria de tantos hermanos y hermanas que pusieron la vida para que ese sueño se haga realidad, y así se formó una hermosa comunidad, abierta a todos, sin diferencias, todos hermanos, todos invitados.

Recuerdos de religiosos y laicos trabajando codo a codo por ver mejorar el barrio (dicen un poco peligroso), pero que se atrevieron a mostrar a nuestra Madre de la Merced, a san Pedro Armengol que como su historia lo dice supo ser hombre peligroso y de armas llevar pero que se convierte por el amor a María de la Merced. Ese coraje mercedario que forma esta comunidad donde nadie se sintió alejado sino siempre invitado a compartir. 

Cuando se vio que la Avenida era un “obstáculo natural” para las personas que les costaba llegar hasta la Parroquia, juntos laicos y religiosos soñaron y construyeron la capilla San Ramón Nonato, otro santo mercedario como indicando que la vida no se detiene, que no hay barreras que impidan la vida y la vida en abundancia.  Y cuando los espacios quedaron chicos porque la comunidad crecía con niños, adolescentes y jóvenes su buscó y se pudo comprar el terreno frente a la Parroquia por Burelas para que pudieran seguir creciendo.


Y nuestra Madre de la Merced allí bien cerca del altar, bien cerca de la gente, bien profunda en el corazón de cada uno que invita a mirar a Jesús y a mirar a los hermanos, especialmente a los más necesitados.

En un mundo donde vemos a los jóvenes cautivos de tantas adicciones y donde las tentaciones están a la mano, miremos a Pedro Armengol y pidamos que como él puedan con la ayuda de nuestra Madre de la Merced poner su energía y vida en el camino de la esperanza que no defrauda, en el camino de ser y luchar por la libertad de los hermanos.

Por eso, aunque hace casi 20 años que los mercedarios (los religiosos) nos fuimos de allí, sin embargo, la espiritualidad mercedaria sigue viva en el corazón de la comunidad y nada ni nadie podrá quitar ese amor a nuestra Madre, a san Pedro Armengol y en ser comunidad libre y liberadora».