20 Años de «Los chicos de la Huerta»

El domingo 5 de noviembre se celebraron dos décadas de este espacio transformador de vidas. Desde sus inicios, la experiencia de “Los chicos de la Huerta” fue dando forma al proyecto Primeras Herramientas para continuar sembrando valores y compartiendo la vida. 

En el Centro Social Bethania de la comunidad del León XIII se desarrollaron los festejos con mucha emoción, recuerdos y gratitud a todos los que en algún momento formaron parte de esta iniciativa. 

Silvia Súñiga, coordinadora del espacio nos cuenta: “Lo vivimos espectacular,  grandioso, bien organizado. Fue muy lindo y sin problemas. No fueron todos los chicos que participan en el proyecto porque  algunos tienen familias y niños, entonces se quedan en casa disfrutando”.

Este espacio libre y gratuito funciona los días sábados en el Centro Social Betania y está destinado a niños y adolescentes. Ofrece una jornada con diversas actividades, como deportes, juegos, apoyo escolar, desayuno y almuerzo compartido. Y también propone la participación en variados talleres: cerámica, cocina, teatro, electricidad, reciclaje y huerta.

Al repasar todos los años de experiencia en esta historia común, Silvia recuerda y reflexiona: “El proyecto Primeras Herramienta surgió lo que ya era los chicos de la huerta. Cuando tuvimos que presentarlo a los Padres Mercedarios para pedir el apoyo, le dimos otros elementos y le llamamos Primeras Herramientas, ya que la idea era que tuvieran un primer vistazo del oficio.

Surgió en aquellos tiempos de una crisis económica de 1999 y había una necesidad muy imperativa de hacer algo  para los adolescentes de Costa Canal. Se juntó con  lo que ya estaban  haciendo en ese momento Carolina Graf y Carolina Oviedo,  trabajando con adolescentes de la zona .Ya había una huerta y estaba el canal de riego que ayudaba muchísimo a la hora de regar. Salían muy lindas cosechas.

La mayor riqueza o beneficio de este espacio sale que lo distintos que somos, y tenemos un solo ideal común, que es acompañar, cuidar, aconsejar y amar a los niños y niñas. Me refiero a los colaboradores y talleristas en beneficio a la infancia. 

Hay un montón de hechos que podemos repasar en estos veinte años. Injusticias, discriminación, desamparos, momentos de felicidad y de sorpresas. 

Por ejemplo cuando comenzó había mucho abuso policial. Entonces teníamos que hacer credenciales y cuando nos enteramos que se llevaban a alguien, tenías q llamar varios veces a la policía para ver cómo estaba el adolescentes en la cárcel. Otra, cuando llovía y paraba justo unos minutos antes de la hora que nos juntamos, los chicos ya iban a tu casa a buscarte, porque era su espacio feliz. Ellos ahí se sentían bien con todas las letras.

Además el compartir el mate cocido con pan con ellos y escuchar sus relatos era una gran alegría, y también tristeza porque no solo contaban lo lindo, sino lo duro que era convivir con el que golpeaba a su mamá, o no saber dónde se va su mamá y pasan las noches solos. 

Otra situación era ver cómo laburar la tierra para poderse comprar un par de zapatillas, o que propongan ellos el almuerzo, y no se quejaban si un sábado no teníamos para el pan mate cocido. Otra situación es cuando entramos al galpón nuevo. Le faltaban ventanas y puertas. Ya habían ingresado niñas y más niños, éramos muchos ya y necesitábamos un lugar nuevo. Limpiamos, tapamos los huecos en las paredes rasqueteamos las paredes y pintamos. ¡Hay tantos hechos que nos marcaron! ¡Y seguimos en pie!

Yo llegué por la invitación de si no quería acompañar a las Carolinas en este proyecto porque ya se iban a graduar de sus carreras y se necesitaba a alguien para seguir. Había estado mucho tiempo dando catequesis y como que me faltaba algo, un compromiso  más potente, y dije que sí. Tenía tiempo así que me enganché .

Había días que me hacían renegar  mucho hasta llorar. Pero era porque no podía ponerme en su lugar en esa vida que les tocó  vivir y no podían entender su odio, sus bronca, sus tristezas, su poca perspectiva de vida. No esperaban más que robar y listo».

Lo más hermoso de esta experiencia es haber dejado mi tiempo, mi corazón y mi compromiso con ellos todo este tiempo.