La Merced de ojos abiertos 2

Abrimos los sentidos a los clamores que nos interpelan y hacen que como mercedarios nos encaminemos a dar respuestas redentoras.

Desde la Casa de Formación en Córdoba, fray Matías y fray Emilio continuaron compartiendo sus reflexiones haciendo enfoque en la realidad que se vivió durante la pandemia en los barrios aledaños.

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Al repasar nuestras experiencias, nuestro intento, nuestro esfuerzo, nuestro camino por mirar, por escuchar como lo hace El Dios del Éxodo, como el Buen samaritano, como el mismo Jesús nos enseña encontramos muchas prácticas en las que realizamos el ejercicio de suspender todo prejuicio. Consideramos necesario descalzarnos, despojarnos para dejar que la realidad, a la que nos invita a la asamblea, nos impacte sin ningún tipo de barreras o velos.  Entonces la actitud sería: la receptiva.

La mística también incluye la contemplación, contemplación es la acción. En este punto miramos la realidad reciente, la vivida en este tiempo de pandemia.

Período que nos ha permitido sumarnos a la actividad de muchos comedores en el barrio.   Allí nos hemos sentido interpelados, por cómo los vecinos han abierto las puertas de sus propias casas, han generado vínculos solidarios, maneras de salir adelante juntos, estar atentos a los más vulnerables de barrio, los adultos mayores, cómo cuidarse entre ellos.  De repente frases como: la salida es colectiva, la casa abierta…, nos van diciendo algo de Dios desde ahí, incluso con compañeros y compañeras, en esos ámbitos, que son no creyentes.

La cotidianeidad se fue, se va, entrelazando desde estas miradas de compasión, compasión con aquel que sufre, con aquel que está en situación de vulnerabilidad. Nos parece que ese es el ejercicio que estamos llamados a hacer para estar en sintonía de ser iglesia samaritana.

El Dios del Éxodo, no nos es desconocido, lo abrazamos, incluso como estilo de vida.  Volviendo una y otra vez para confrontarnos, para movilizarnos, para dejarnos interpelar por esta realidad que llega así: qué estamos escuchando, qué estamos mirando, a quién estamos escuchando, a quién estamos mirando y qué hacemos con eso que nos devuelve esa realidad, eso que pone en nuestras manos, eso que se entrelaza, de lo que vemos, de lo que escuchamos de muchos hombres y mujeres que también caminan en este tiempo tan complejo.

Este ejercicio de mirar y escuchar, nos permite saber dónde La Merced está presente como iglesia local, como iglesia mercedaria qué clamores nos están atravesando y también nos va a ir diciendo cuáles no, qué rostros no están presentes, cuáles son las opciones prioritarias provinciales. Estas últimas, son ciertamente un horizonte y poseen una doble dimensión: el proceso comunitario de ponerle nombre a lo que hemos ido construyendo juntos y comprometiéndonos juntos y por otro lado la dimensión del horizonte hacia el cual va cada comunidad; que debe referenciarse, caminar, planificar… para seguir andando juntos.

Otros puntos de referencia, a tener en cuenta, pueden ser: ver cómo estamos con respecto a eso que no está resonando, identificar algunos filtros de nuestra mirada a veces medio colonizada con prejuicios.  Esas y otras provocaciones pueden servirnos para   mirar nuestras realidades.