La experiencia de la comunidad de Tucumán en momento de pandemia que abrió nuevas posibilidades.
Esta ya es la última parte de este testimonio de fray José Luis, Párroco y Superior de la comunidad mercedaria de Tucumán, quién nos comparte en este espacio de escucha la experiencia de la iglesia en salida, iglesia redentora en ese particular momento que se vivió en la pandemia y en el que la comunidad encontró nuevas posibilidades.
Encuentra las reflexiones anteriores de este artículo: La Merced la fiesta de los redimidos 1 y La Merced la fiesta de los redimidos 2
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Esto significó tener que reformular la pastoral social, sobre todo el tema del comedor, y ver que también fue una oportunidad la pandemia, “tuvimos que replantearnos el tema del comedor con un recambio de gente, de metodología, y eso ha hecho que gente de la comunidad parroquial, de la catequesis, de la liturgia, de este ámbito de la parroquia se haga cargo del comedor, y esto ayudó a superar esta brecha entre los que están de la parroquia y la espiritualidad y los que están del lado social”. Recuerda que una primera etapa fue realizado así y en una segunda etapa se incorporó gente de los mismos beneficiarios para armar los equipos de trabajo.
“Realmente ha sido algo renovador” expresa el padre, “me decía un joven: ‘ya entendí que es esto de la misión compartida, esto es, estamos acá cocinando, sirviendo a la gente que no tiene y aquí hay jóvenes, viejos, hay varones, mujeres, hay frailes y hay laicos, y todos trabajamos en igualdad de condiciones’… si bien cada uno tiene roles, sentimos que todos estamos empujando el carro y que cada uno tiene un lugar importante”.
Fray José Luís nos hace notar que el comedor es un poco donde caen las resonancias de todas las problemáticas del barrio. La violencia, la falta de alimento, la exclusión del trabajo, que se notó mucho con la pandemia, han sido cuestionadores para la comunidad, y desde ahí van viendo la manera de reformular propuestas.
Te recordamos aquí testimonios de quienes trabajaron en los comedores durante la pandemia
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Desde años anteriores a la pandemia “tenemos la gracia de tener una trabajadora social constante” resalta el padre, y “del tema del hambre y la comida vamos tirando un hilito donde aparecen un montón de otros problemas; abusos, violencia intrafamiliar, prostitución, vínculos, droga, un montón de problemas que hemos podido ir articulando con otras instituciones, civiles y gubernamentales, que pueden tratar o acompañar casos”. Para ello se desarrollan talleres en la parroquia y las capillas, trabajando sobre los derechos de los niños.
Te compartimos otros testimonios de los comedores de la parroquia San Pedro Nolasco
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Otro aporte que rescata es la iniciativa hace dos años de la colonia de vacaciones que si bien ha sido complicado en este tiempo, surgió pensando cómo ofrecer a los chicos de los comedores y de los ámbitos parroquiales más complicados socialmente que hay una posibilidad de un mundo distinto. “El Arzobispo nos decía ‘cada comunidad tiene que ser una comunidad preventiva’, de adicciones, de violencia, de un montón de situaciones” y en esta comunidad se eligió el camino del arte, en la colonia los chicos tienen talleres de arte todo el mes de febrero, distintas técnicas. Y en esto los chicos van aprendiendo que hay un modo distinto de vivir.
En la capilla Cristo Redentor la municipalidad les cedió un espacio al frente, y allí funciona un centro comunitario que lo utilizan las personas del barrio para dar talleres gratuitos a los vecinos de todo tipo de actividades, hacen que la gente del barrio tenga la posibilidad de acceder a otras actividades que aparentemente para ellos está vedado, “porque es para gente que tiene dinero, que puede pagar una academia, un gimnasio” remarca el padre. “Y de pronto tiene un espacio donde aprender y socializar”.
Agrega al final que “a raíz de la lectura de Laudato Si, el hermano Roque comenzó en el asentamiento donde él trabaja, comenzó con esta conciencia de lo ecológico y el cuidado de la vida, entonces comenzó a distribuir semillas, incentivar las huertas, el cuidado del agua, hasta tenemos una pequeña huerta en el convento dónde la gente se ha ido prendiendo a trabajar aquí, a trasplantar cosas, y también concientiza en el comedor sobre el cuidado de los residuos y armar el compost, tirar lo menos posible y reciclar, incluso estamos vendiendo las botellas de tomate triturado para recaudar fondos y empezar a aprovechar todo. Me parece que es importante porque la gente se va entusiasmando desde lo que el Papa propone, desde el cuidado de la vida, y que esto de la ecología no está tan lejos de lo que es vivir.
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